Dalin Selena Monsalve, una joven de 23 años que trabajaba como guardia de seguridad, llevaba meses viviendo con un miedo que no la dejaba dormir: el temor de que su denuncia quedara en nada. Aseguró ser víctima de acoso y violencia sexual por parte del inspector de la Policía de Soacha y tiene un video como prueba. Incluso hay otras mujeres listas para confirmar lo que ella sufrió, según una investigación de Noticias Caracol.
Pero también sabe que, como dice con crudeza, “estamos en Cundinamarca y no en Dinamarca”, una frase que refleja la desalentadora realidad de quienes buscan justicia por agresiones sexuales en Colombia. “Si lo hacía con nosotras, que podemos medio defendernos, imagínese con un niño”, recuerda haberle dicho al fiscal. “Nos faltaba que de verdad nos abusara sexualmente”.
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El video que rompió el silencio
La historia tuvo un punto de quiebre el martes 3 de junio de 2025, a las 5:00 de la tarde, cuando Dalin Selena decidió grabar lo que llevaba tres meses soportando. Ese día, en la Inspección Sexta de Policía de Soacha, solo quedaban en el lugar dos personas: ella y el inspector José Arturo Figueredo, quien repetía un patrón de hostigamiento que la vigilante ya reconocía como la antesala del horror.
Ella coloca su celular a grabar mientras llena la minuta. Sabe que él vendrá. Lo hace siempre. Y, efectivamente, el inspector aparece, pronuncia ese sonido que le eriza la piel y empieza la secuencia que quedaría registrada como prueba judicial.
En el video se escucha la conversación:
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Inspector: Mamacita
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Víctima: ¡Nooooo!
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Inspector: Mamacita rica
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Víctima: No, inspector, no
Acto seguido, Figueredo la besa a la fuerza y le toca los senos. Ella insiste en rechazarlo, pero él continúa:
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Inspector: Me la voy a robar, ¿no?
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Víctima: No
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Inspector: Debe ser rica desnudita, mamacita
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Víctima: ¡Que no! ¡Yaaa!
El inspector incluso toma su mano y la obliga a tocarlo, forzando su cuerpo para lograrlo. Luego se marcha, riendo, como si su comportamiento fuera normal. En el celular de la víctima queda un minuto y medio de terror.
Ese no fue un episodio aislado. Dalin Selena asegura que, desde enero, cuando llegó al puesto, él la tocaba sin consentimiento en la cara, los senos y la vagina, repitiendo frases como: “Usted tendrá que ser mía”, “Dígame cuánto vale”, “Así me gusta, sola, me la imagino desnuda”.
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El miedo compartido: otras mujeres hablaron
Las declaraciones de Dalin Selena no quedaron solas. Varias compañeras contaron que también fueron atacadas cuando estaban desprevenidas: lavando vasos, escribiendo la minuta o dándole la espalda. Una de ellas relató que el inspector se bajaba los pantalones cuando estaban solos en una oficina cerrada. Otra, de 30 años, recordó que un día él “se sacó el pene y me lo mostró”, a lo que ella respondió con una cachetada antes de huir.
Una tercera víctima, vigilante de 45 años, afirmó que él la atacaba por la espalda cuando el resto del personal se iba: “A besarlo a uno a las malas, a tocarle las partes íntimas”. Todas coinciden en lo mismo: Figueredo actuaba convencido de que era intocable.
El inspector no es un funcionario cualquiera. Es abogado especializado en derecho público, fue personero y defensor de familia en el ICBF y, desde 2021, es inspector en Soacha. Sobre él recae la responsabilidad de garantizar derechos y resolver conflictos comunitarios.
La denuncia, la impunidad y la lucha por justicia
En junio, Dalin Selena denunció ante la Fiscalía y la Alcaldía de Soacha. El proceso pasó luego a la Personería, donde se esperan decisiones. La joven cayó en una profunda crisis emocional: “Entré en depresión. Sufro de ansiedad”, confesó.
El inspector Figueredo, al ser buscado por Noticias Caracol, dijo ser inocente y que solo la Fiscalía debía escucharlo. Sobre el video respondió: “Esa es su percepción, señor periodista”.
Para la Defensoría del Pueblo, el video muestra un claro ejercicio de poder y apropiación del cuerpo de la víctima. “Lo que se ve es que siente que no le va a pasar nada”, explicó Lisa Cristina Gómez Camargo.
La funcionaria recordó que, en Colombia, el 90 % de los casos de acoso sexual no avanza. Por eso, Dalin Selena insiste en que hablar es necesario: “Denuncien. Hoy somos nosotras, mañana puede ser un hijo”.
Mientras espera justicia, sigue enfrentando el mismo miedo que comparten tantas mujeres: que su denuncia se pierda en un país donde, como ella misma dijo, “la justicia es un bien escaso”.
