
El expresidente Álvaro Uribe escribió unas conmovedoras palabras que fueron leídas por el director del Centro Democrático, Gabriel Vallejo, en las honras fúnebres del senador Miguel Uribe Turbay.
Uribe, quien fue condenado a 12 años de prisión domiciliaria por soborno en actuación penal y fraude procesal, no pudo asistir al funeral de su amigo y colega Uribe Turbay, pero se hizo sentir con el siguiente mensaje:
“Sacrificaron el árbol fresco del jardín de la democracia. Dispusieron de la vida de un gran patriota, de quien dedicó su juventud a amar a Colombia. Martirizaron a u familia. Eliminaron al gran esposo, al gran padre, al gran hermano, al gran hijo.
Nos quitaron al joven estudioso, de carácter firme, de crítica argumentativa, de proposición soportada en razones. Nosotros no decimos quién tiene derecho a vivir. Nosotros reclamamos la protección de la vida de todos los colombianos.
A las Fuerzas Armadas pedimos protección para todos los colombianos y también para los nuestros. Confrontar al crimen no necesita un acuerdo nacional. Basta con la Constitución, que fue fruto de un gran acuerdo nacional.
Creemos en la razón, en su exposición, pero no en la sinrazón de la violencia, ni en las arengas que la estimulan, que con rabia todo lo inculpan al pasado y siembran y atizan resentimiento con la narrativa que distorsiona la historia o inventan lo que no sucedió.
Necesitamos que los órganos de inteligencia de países amigos como los Estados Unidos, el Reino Unido e Israel ayuden a la inteligencia militar y policiva, a los jueces y fiscales a esclarecer este magnicidio.
Esclarecer la autoría intelectual de este crimen es una necesidad que no nos devolverá a Miguel, pero ayudará a aterrar al delincuente.
Este magnicidio no puede quedar simplemente con los autores materiales, como hasta ahora se ha pretendido que quede el magnicidio del Dr. Álvaro Gómez Hurtado.
Asesinaron a Miguel, que ejercía la oposición crítica y razonada, con la instigación de la venganza inducida por el Presidente de la República, que encontró como muletilla acusar de asesino y torturador al expresidente Turbay, abuelo de nuestro mártir. En su señalamiento rabioso el Presidente de la República quiso ignorar la contribución que al proceso de paz con el M19 dieron el expresidente Turbay y Diana, la madre de
Miguel, asesinada por el narcoterrorismo.
En la historia del magnicidio de nuestra Patria ha habido odios políticos y acciones criminales, pero estamos ante el caso excepcional del discurso presidencial, instigador.
La instigación presidencial ha resonado en los oídos de los terroristas que responden con la advertencia de que continuará la desaparición de la oposición.
El mundo debe saber que es inaceptable la tesis socorrida del régimen de recordar el genocidio contra la Unión Patriótica para tapar este magnicidio y los desafíos amenazantes sobre la oposición.
Ningún presidente de Colombia fue instigador contra la Unión Patriótica. Durante mi ejercicio presidencial, los dirigentes de la oposición, como los entonces senadores Gustavo Petro y Piedad Córdoba, tuvieron las mismas garantías de seguridad que mis más cercanos colaboradores. Ninguno fue asesinado.
Recuerdo que por informes de posibles amenazas al entonces congresista Petro, Luis Carlos Restrepo, Comisionado de Paz, advirtió a los paramilitares sobre el peso de la autoridad del Gobierno.
Me obligo a recordar, ante el argumento engañoso de la instigación del Presidente de la República, que durante mi desempeño como gobernador de Antioquia fueron eficazmente protegidos los diputados de la Unión Patriótica.
El mundo debe saber que Miguel era un ejemplo de oposición democrática leal. Él, como nuestro partido y las fuerzas democráticas de Colombia, nunca apeló a la combinación de las formas de lucha, a diferencia de algunos miembros de la Unión Patriótica que promovían el secuestro, participaban de órdenes de asesinato pero se sentían con derecho a imponerse sobre la democracia. Sus epígonos actuales son permisivos, incluso promotores de la droga y de otras fuentes de financiación del crimen, que Miguel combatió con ejemplar valor civil.
Miguel estaba espiritualmente preparado para ejercer la Presidencia de la República con decoro, con nobleza en la acción y en la palabra. También con la firmeza necesaria para desarticular el crimen y para impedirle al presidente Petro llevar a cabo la amenaza que anticipa de bloquear al próximo Gobierno con la anarquía de destrucción que usó en 2019 y en 2021.
Cuando se ejecutó el magnicidio de ese patriota superior que fue Luis Carlos Galán, Colombia era gobernada con respeto a la Constitución y con vocación de enfrentar al terrorismo, lo cual contrasta con lo que vivimos de un gobierno más preocupado con la alianza terrorista que con la erradicación del crimen.
Silenciaron la voz de Miguel, que hoy retumbaría por dentro y allende las fronteras, para denunciar la nefasta Alianza Binacional con la narco tiranía de Maduro.
Quisiera interpretar el pensamiento de Miguel sobre este peligroso episodio del modo siguiente: El presidente Petro pone a nuestras Fuerzas Armadas a correr el riesgo de defender la tiranía narco comunista de Maduro, que puede ser objetivo de la acción armada de los Estados Unidos. Y ya que se habla de ejércitos hermanos, es muy importante que el ejército de Venezuela no corra ese riesgo y saque definitivamente a Maduro.
Que nuestras Fuerzas Armadas hagan una reflexión para no participar en ese riesgo. Esa área ya le ha abierto corredores al ELN para ingresar a puntos al interior del país donde no habían podido llegar.
El Gobierno Nacional alega que para atacar a un Estado de la región se requiere la autorización de los demás Estados. Lo anterior no es aplicable en este caso porque no se trata de una amenaza a un Estado, sino de la defensa frente a unos criminales
como Maduro, Diosdado y compañía, cabezas de una organización terrorista, que son victimarios de los pueblos de Venezuela, de los Estados Unidos, de Colombia y otros que también sufren el flagelo de la droga.
Miguel creó una enorme ilusión juvenil. Y renovó la ilusión de Patria en los viejos como yo, que creemos que el permiso popular para persistir en la vida pública depende del eje que junta la fortaleza de las convicciones, la autocrítica para corregir, con la reflexión sobre los nuevos desafíos y soluciones.
Miguel preguntaba, estudiaba, enseñaba, debatía, escuchaba. Sus armas eran los argumentos. Miguel dio ejemplo de que la política obliga a aprender, a mejorar, a controlar emociones. A ser franco pero también cuidadoso con el uso de la palabra.
Miguel fue espontáneo, rápido, también reflexivo, su objetivo era construir. Miguel fue prudente pero no dejó de expresar aquello que pensaba.
La política exige el silencio que medita y la palabra que construye. Así actuaba Miguel. La política exige la paciencia que aguanta y la impaciencia que empuja. Así lo entendió Miguel.
Miguel fue un artesano político excepcional, de alta gama. Su entusiasmo fue idéntico en el foro académico más exigente, en la reunión callejera o en la labor organizativa de un comité local.
Las campanas que anuncian su prematura partida, también son las dianas que nos convocan para dar las batallas que él libraba.
María Claudia, María, Emilia, Isabela y Alejandro, Miguel siempre los hará sentir rodeados de amor, ese amor tan grande que se volvió inagotable.
Miguel papá, Delia, Carolina, familia, Miguel les legó la alegría del orgullo bien merecido por su corta y fecunda existencia.
Alejandro, crecerás rodeado del cariño de este gran pueblo colombiano que no tiene límites en el afecto. Desde el cielo te protegerá tu padre con el ejército de tu abuela Diana y de tu bisabuela Nydia.”