Iván Lalinde es uno de esos presentadores que ha sabido ganarse el cariño del público colombiano con su autenticidad, su sensibilidad y esa manera tan humana de contar las cosas. A lo largo de su carrera, ha estado al frente de importantes programas de televisión, pero más allá de los reflectores, ha vivido momentos personales que lo han marcado para siempre. Uno de ellos fue la pérdida de su gran amiga, la modelo y presentadora Lina Marulanda.
Lina fue una figura inolvidable en la televisión nacional. Bella, carismática, profesional. Tenía ese brillo que encantaba frente a las cámaras, pero también llevaba por dentro una lucha silenciosa que muchos no lograron ver a tiempo. Su muerte, en abril de 2010, sacudió al país entero, pero especialmente a quienes compartieron su vida de forma cercana, como Iván.
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Según contó el presentador para Tropicana, el día antes de su partida, habían quedado de almorzar juntos, como solían hacerlo. Sin embargo, Lina canceló. Iván, sin entender del todo lo que ella estaba atravesando, reaccionó con fastidio: “Vos sos boba, ¿por qué me vas a sacar el jopo otra vez?”, le dijo antes de colgar. Esa fue su última conversación. Aquella noche, ella le escribió varias veces. Él decidió no contestar. Al día siguiente, la noticia lo golpeó como un ladrillo en el pecho.
Años después, Iván no ha escondido el dolor ni el peso que cargó desde entonces. Ha hablado abiertamente del remordimiento por no haber estado ahí, por no haber escuchado esas señales que ahora, con el tiempo, entiende mejor. Ese último “no” que le dio a Lina se transformó en un eco constante que lo acompaña.
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Tiempo después, participó en una sesión espiritual con un médium. Allí, según él cuenta, Lina apareció para pedirle perdón y decirle que estaba en paz. Iván, conmovido, respondió que no tenía nada que perdonarle. Que ella seguía siendo parte de su vida, de su historia, de su corazón.
