Niños sicarios: el ciclo eterno de violencia en Colombia

Sáb, 21/06/2025 - 08:00
El atentado contra Miguel Uribe, ejecutado por un menor armado, revive el rostro más cruel del conflicto colombiano: una niñez reclutada, entrenada y convertida en arma por los mismos actores de siempre.
Créditos:
Créditos: EFE

El eco de los disparos volvió a sacudir la política colombiana. Esta vez fue Miguel Uribe, candidato a la presidencia e hijo de la periodista Diana Turbay, quien sobrevivió a un atentado en pleno mitin. Lo que estremeció al país no fue solo el ataque, sino quién lo ejecutó: un menor de edad con el arma en la mano.

La escena se repite como un guion maldito: un joven empuñando un arma, un político acribillado, una nación en duelo. Desafortunadamente nada nuevo en la historia de la violencia política en el país. Lo aterrador es que, cuatro décadas después de que Pablo Escobar convirtiera a los niños en ejecutores de su guerra, Colombia sigue atrapada en el mismo bucle.

“Mi mamá murió por la violencia”, repitió Miguel Uribe en varias entrevistas a lo largo de su vida. Su madre, Diana Turbay, fue secuestrada en 1990 por orden del Cartel de Medellín. Murió durante un intento fallido de rescate cuando él tenía apenas cuatro años.

Hoy, su hijo lucha por su vida en una UCI en donde hasta el momento los médicos de la Fundación Santa Fe aún no reportan ninguna mejoría. La herida que revive este episodio es nacional. El ataque no fue solo contra un precandidato presidencial, sino contra la posibilidad misma de romper el ciclo que condena a los niños a nacer soldados, sicarios o escudos humanos.

Niñez reclutada: de correos a asesinos

Colombia ha sido escenario de una violencia tan sofisticada como brutal. Según datos oficiales y múltiples informes de derechos humanos, grupos armados como el ELN y las disidencias de las FARC han reclutado sistemáticamente a menores. Muchos han sido usados como correos, explosivistas y combatientes.

Uno de los casos más documentados es el de un joven capturado en Cúcuta en 2022 mientras manipulaba explosivos. Fue reclutado por el ELN a los 10 años y enviado a Venezuela para recibir entrenamiento. Tenía 16 cuando lo atraparon.

Durante el paro agrario de 2013, en el Cauca, al menos 15 menores fueron forzados a participar en bloqueos armados. Tres murieron. Tenían entre 12 y 17 años.

La historia se repite: sangre joven, órdenes viejas

Este fenómeno no es nuevo. En 1984, Rodrigo Lara Bonilla, entonces ministro de Justicia, fue asesinado por orden de Pablo Escobar. Uno de los sicarios tenía solo 17 años.

En ese mismo año, otro adolescente de 15 años mató a Bernardo Jaramillo Ossa, líder de la Unión Patriótica, en el aeropuerto de Bogotá. Disparó a quemarropa, delante de su esposa. El Estado lo detuvo, pero solo estuvo un año en prisión. Salió, y lo asesinaron semanas después.

En 1990, el candidato presidencial Carlos Pizarro fue ejecutado dentro de un avión por un joven armado que acababa de cumplir los 18. El niño sicario ha sido, por décadas, el rostro más cruel y útil del crimen organizado en Colombia.

Medellín: el laboratorio del horror en los 90

Durante los años 80 y 90, Medellín fue el epicentro de esta realidad. En una tesis del 2015 de la Universidad de Antioquia titulada “Sobre el niño sicario en Medellín”  la investigadora Paula García describe cómo los menores fueron reclutados y moldeados por el narcotráfico en estas décadas tan convulsas para el país que vivió lo horrores del narcotráfico.

“El niño sicario es un sujeto menor de 18 años que, en contextos de marginalidad, participa activamente en estructuras criminales como el sicariato”, escribe García Morales. Según su análisis, la pobreza, la ausencia del Estado y la glorificación del dinero fácil formaron un caldo de cultivo perfecto.

Niños como John Jairo Arias Tascón conocido como alias 'Pinina', miembro del Cartel de Medellín, empezó en pandillas a los 12 años y terminó como jefe de sicarios del cartel, son hoy símbolos oscuros de esa generación perdida.

Una cultura de muerte: rezar antes de matar

El fenómeno del niño sicario no fue solo violencia: fue subcultura. Parlache (variedad lingüística o jerga originada en los barrios populares de Medellín, utilizada principalmente por jóvenes y personas de estratos socioeconómicos bajos como una manera de comunicarse de forma críptica en entornos conflictivos), códigos de honor, oraciones a la Virgen María Auxiliadora antes de apretar el gatillo. “La religiosidad se adaptó como ritualismo al servicio del crimen”, explica García Morales. Los escapularios colgaban del cuello de quienes salían a matar.

¿Y hoy qué ha cambiado?

Muy poco. Colombia ha firmado acuerdos de paz, ha desmovilizado guerrillas, ha invertido en memoria histórica. Pero en los barrios más pobres, las bandas criminales siguen reclutando menores. Lo hacen con comida, con promesas, o simplemente a punta de miedo.

Según la Defensoría del Pueblo, entre 2016 y 2023 más de 8.000 niños fueron reclutados por grupos armados ilegales, muchos en zonas donde el Estado sigue sin llegar. Algunos vuelven. Otros desaparecen. Y otros —como el joven que disparó contra Miguel Uribe— son convertidos en armas humanas.

El espejo roto de la infancia

“Toño”, un joven sicario narrado por Alonso Salazar en No nacimos pa’ semilla, dijo alguna vez: “Desde muy pelado he sido maloso... Si me muero ya, me muero con amor. Al fin de cuentas la muerte es el negocio”. ()

Esa frase, dicha desde una cama de hospital, resume la lógica de una infancia armada: matar no por odio, sino por necesidad, por lealtad, por la idea de que morir es parte del oficio.

El atentado contra Miguel Uribe no es un hecho aislado. Es una línea más en el largo prontuario de una nación que aún no logra desarmar su infancia. Mientras los niños sigan siendo reclutados como sicarios, el país seguirá girando sobre sí mismo.

Creado Por
Kienyke.com
Más KienyKe
María Claudia Tarazona, esposa de Miguel Uribe, le escribió una emotiva carta mientras él lucha por su vida en la clínica Santa Fe.
China volvió a demostrar que está a la cabeza del avance tecnológico: rompió un récord mundial con un show de drones que iluminó el cielo de Chongqing como nunca antes.
En esta temporada de lluvias es difícil evitar que el cabello sufra de frizz, aquí unos tips para combatirlo.
Junio es el mes del orgullo LBGT+ y a continuación le presentamos fiesta, teatro, conciertos, teatro, baile y mucho drag para celebrarlo.
Kien Opina