
Yokoi Kenji, trabajador social, conferencista y escritor colombo-japonés, lanza su nuevo libro Llorar, reír, vivir, simplemente Yokoi Kenji, una obra que, más que dar consejos, comparte historias de vida, fábulas japonesas y recuerdos de infancia con un enfoque profundamente humano.
“Son 41 historias, algunas mías, otras que escuché en Japón. Las conté a mi manera, esperando que el lector sienta que no perdió su tiempo”, comenta Kenji. Desde la portada, el libro ya desafía estereotipos: una imagen “vandalizada”, con un diente ausente. Un gesto simbólico que remite a la memoria de quienes ya no están, víctimas del suicidio o la violencia, tanto en Japón como en Colombia.
“No soy coach ni gurú de autoayuda. Soy un trabajador social que ha visto mucho dolor. La vida no se resume en recetas de éxito”, afirma. Para él, lo importante es no maquillar el sufrimiento, sino reconocerlo como parte de la existencia. Su obra busca conectar con la gente desde la empatía, el humor y la vulnerabilidad.
Inspirado en los niños —quienes siempre le preguntaban sobre sus raíces niponas y latinoamericanas—, Yokoi mezcla en sus relatos disciplina japonesa, espontaneidad latina y reflexiones sobre emociones universales como el amor, la envidia o la lealtad. “Cuando ríen, ríen igual. Cuando lloran, lloran igual. Ese es el lenguaje universal”, dice.
Uno de los ejes del libro es el valor de aprender a reír. “Lloramos apenas nacemos, pero reír nos toma toda la vida. Y quienes logran hacerlo con honestidad, equilibran el arte de vivir”, sostiene. En ese espíritu, las historias del libro no tienen moralejas explícitas, aunque muchas concluyen con frases que nacen de su impulso latino por “cerrar” los relatos.
Llorar, reír, vivir también es una mirada a su niñez, y un homenaje al niño interior que —dice— todos llevamos dentro. “Reconocer ese niño es clave para tener una buena vejez. He visto abuelos con amargura y otros con alegría infantil. La diferencia está en sanar lo que llevamos dentro.”
La poesía también tiene un lugar tímido pero presente en el libro, un recurso que Kenji respeta profundamente y que espera desarrollar aún más en el futuro, junto con su sueño de escribir para niños.
Finalmente, el autor invita a los lectores a descubrir libros que los apasionen, sin presiones. “No se trata de leer por leer. Cada libro es un tesoro esperando a su pirata. Si el mío lo es, bienvenido. Pero lo importante es no dejar de leer nunca.