
Nacido en Mompox y criado entre Cartagena y el Magdalena, Hernán Zajar moldeó un lenguaje propio: artesanía elevada, color con identidad y una sensibilidad que inspira a generaciones. Hoy, más que una marca, es maestro, puente y referente.
Desde niño aprendió a mirar distinto. Donde otros veían el café turbio del río, él veía oro, una metáfora de su manera de transformar lo cotidiano en belleza. En sus primeras inmersiones en el Magdalena y sus caminatas por el centro amurallado de Cartagena, comprendió que su destino estaría ligado a los colores del mar, la luz y las texturas de la vida.
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De su madre heredó el pulso estético y la entereza. Ella, obligada a reinventarse, abrió un restaurante y sostuvo a la familia. Él, adolescente, la ayudaba en los turnos y aprendió disciplina, hospitalidad y criterio. Esa escuela de la vida le dio el olfato que más tarde trasladó a los escenarios: del teatro a la televisión, donde exploró la caracterización con investigación y sensibilidad, antes de entregarse del todo a la moda.
El oficio se le reveló como destino. De pasantías en hotelería pasó a tocar la puerta correcta en el momento justo, se coló en talleres creativos y propuso algo audaz: mostrar el Caribe colombiano a partir de la memoria. De allí surgió su primer desfile, y más tarde, una marca con nombre, letra y piel propias.
Su ADN está hecho de filigrana, croché y macramé: la mano artesana como símbolo de lujo sostenible. Cada pieza cuenta una historia, cuida el entorno y reconoce a las comunidades que lo acompañan. Por eso, además de la alta costura y las novias, ha llevado su visión a uniformes corporativos que empoderan y a cápsulas digitales que acercan su universo sin vitrinas ni intermediarios.
Maestro generoso, abrió su casa a nuevas generaciones. Donde él no tuvo mentores ni escuelas consolidadas, hoy ofrece prácticas, consejos y secretos de taller, convencido de que el verdadero lujo es compartir el conocimiento. Su coherencia, su calidez y su capacidad de reinvención lo han convertido en referente de un estilo que no necesita gritar para brillar.
Reinventa sin pausa. Tras realities, reinas, tiendas y franquicias, su norte es claro: menos ladrillo, más historia; menos ruido, más propósito. Moda responsable, digital con criterio y artesanía en primer plano. Porque en su vida y en su obra, la moda pasa, pero el estilo queda. Y en su caso, queda también una energía que, donde pasa, inspira.