Juan Pablo Espinosa es uno de esos rostros de la actuación colombiana que dejaron su país para probar suerte en Estados Unidos, un gran paso después de haber conquistado con proyectos como ‘Tu voz estéreo’, ‘El último matrimonio feliz’, ‘A corazón abierto’, ‘El secretario’, entre otros. Ahora brilla desde el extranjero, pero sin olvidarse de sus raíces, del público que lo vio crecer, y sobre todo del colectivo del que siempre se ha enorgullecido de representar y pertenecer.
Con diversos trabajos andando, en KienyKe.com conversamos con el bogotano para hacer un recorrido por su carrera, su paso a Estados Unidos, su reflexión sobre la compleja situación que atraviesa Los Ángeles, la ciudad en que reside actualmente, y un cálido mensaje para quienes se identifican dentro de la amplia y diversa sombrilla LGBT+, porque en este mes del orgullo queremos celebrar las historias de estos personajes.
KienyKe: ¿Cómo fue ese momento en el que decidiste querer dedicarte a la actuación?
Juan Pablo Espinosa: Desde mi punto de vista no es una decisión, sino que es algo con lo que nací. Me acuerdo mucho, literalmente, mis primeros recuerdos de niño, en la casa teníamos un pesebre y yo le robaba las luces al pesebre y las ponía en círculo al lado de las cortinas del cuarto y hacía mi propio escenario, yo hacía mis shows ahí, ponía los muñecos y los ositos y todo, y les hacía show. Y mis papás, Dios los bendiga con tanta paciencia, muchísimas veces también era como, ‘¡Ya está listo el show! ¡ya pueden bajar’, y todos ‘otra vez, otra obra de teatro’, pero me han apoyado toda la vida y entonces se sentaban ahí a ver con qué salió Juan Pablo hoy, y mi hermana, que toda la vida también fue un instrumento en esta carrera tan divina donde la ponía a actuar y los dirigía a todos, pero siempre el teatro y la actuación ha estado ahí.
Vea aquí la entrevista completa con Juan Pablo Espinosa:
KyK: ¿Cómo fue esa decisión de mudarte al extranjero?
JPE: Fue muy lindo, yo estudié teatro, artes escénicas, aquí en Estados Unidos, y al llegar a Colombia siempre tenía esa espinita como de ‘bueno, ya exploremos este proyecto, exploremos con novelas, exploremos con cine, exploremos con teatro’ y he sido muy afortunado de en Colombia poder hacer todas las ramas que tenía esta profesión para mí ahí, y llegó un momento en que todavía sentía como ese impulso de ‘todavía tengo la energía, tengo el idioma’ y siendo totalmente honesto, llegó un momento en que me estaba sintiendo frustrado, como nuestra famosa frase de una campaña muy famosa en Colombia, que su dinero puede estar en el lugar equivocado, me sentía yo como esa persona que estaba en el lugar equivocado porque muchas veces llegaba yo a sets en Colombia y yo decía como, ‘Okay, hagamos el vestuario perfecto y la iluminación perfecta y el sonido está perfecto, hagamos algo maravilloso’, y tristemente es una industria que también se mueve muy rápido en Colombia.
KyK: ¿Qué reflexión te ha dejado la situación actual de Los Ángeles?
JPE: Me rompe el corazón porque vengo de un país como Colombia, donde toda vida habíamos crecido con ese dolor inminente de la indiferencia, la injusticia, cero respeto por las vidas, un complejo de privilegios y de injusticias, y de qué vida sí vale y qué vida no vale. Crecimos con esto en nuestros noticieros, crecimos con esta injusticia toda la vida, parte de estar en este país que siempre de alguna manera idealizábamos, el sueño americano. Para mí personalmente, también en el momento en que yo salgo del país, darme cuenta que ese sueño americano también involucraba mi estilo de vida, por qué no una pareja, poder estar tranquilo en la calle con mi celular y que no lo fueran a uno a robar, tantas cosas que la inseguridad y la paz que le da a uno un estilo de vida de poderte levantar todos los días a ser tú mismo están ahorita en juego, están ahorita siendo cuestionadas, sacrificadas de muchas maneras, políticamente y particularmente en Los Ángeles, hemos tenido un año… entre los incendios, nos estamos todavía recuperando de una huelga gigante que hemos sufrido de la industria, y es una ciudad que vive mucho de la industria. Entonces también es una ciudad que ha estado, como decimos en Colombia bastante cascada.
KyK: ¿En algún momento te contradijo el que se te considerara “galán de telenovela”?
JPE: Creo que sobre todo al principio de mi carrera, es muy normal tener miedo. Siento que no era algo que yo cargaba porque, yo estudié aquí arte dramático y me acuerdo que mi entrenamiento era como: ‘usted es el rey de Inglaterra, 5,4,3,2,1, y uno no se para a pensar, ‘pero yo no nací en Inglaterra’, como que los miedos crecen por otras personas, como ‘ah, usted nunca va a ser galán porque cómo va a hacer esto si sexualmente…’ y no sé qué, tantas cosas que venían como de ese miedo exterior y gracias a Dios la valentía que uno tiene, sobre todo al principio, con esa esa pasión donde yo decía, ‘No, yo tengo muy claro a donde yo quiero ir y las historias que yo quiero contar’, porque es algo que me he gozado toda la vida de poder estar en un set, de poder estar en un escenario. Hubo momentos de miedo, pero por personas externas, que llegaban, ‘Uy, no, hermano, usted calladito’ y ‘usted no diga esto, usted póngase la las pilas con la dieta y póngase las pilas con esto si quiere llegar a algún lugar’. Entonces yo decía, ‘Gracias por la información’, esa no es la manera en que yo quiero hacer mi vida.
KyK: ¿Qué mensaje te gustaría dejar al colectivo LGBT+ en este mes del orgullo?
JPE: Personalmente diría que los amo, que son perfectos tal y como son, que no dejen que nadie les diga quiénes son, que hagan el trabajo, que se tomen el tiempo de ver, escucharse a sí mismos, que, así como demandan respeto, den respeto también, porque muchas veces nos ensordecemos y también hay que ver qué perspectiva tiene la otra, pero más que nunca que celebremos quiénes somos y no dudemos de quiénes somos, porque las voces exteriores son las que nos hacen dudar de quiénes somos. Cuando lo tenemos súper claro y atándolo a la primera historia que conté, ese niño que se paraba con las luces del pesebre detrás de la cortina, tenía la claridad de qué quería y de quién era, porque no tenía nadie diciéndole, ‘Eso está bien, eso está mal’ y si podemos honrar ese niño y darle las herramientas para: ‘te escucho, ¿qué te hace feliz?’, entonces que celebremos el amor y la diversidad con esa incondicionalidad y respeto.
