Hoy Paloma Valencia fue escogida como candidata presidencial del Centro Democrático para las elecciones de 2026, por encima de figuras de la política como María Fernanda Cabal y Paola Holguín. Es la primera vez que este partido llega a la contienda electoral con una mujer. Pero Paloma no solo tiene bagaje político: su familia y su historia están profundamente ligadas a ese mundo. Incluso, su abuelo fue presidente.
En Popayán, donde las casas coloniales guardan secretos de siglos y los apellidos pesan tanto como las piedras de sus iglesias, hay una vivienda que funciona como cápsula del tiempo. En la Casa Valencia, hoy convertida en museo, se exhiben condecoraciones, medallas y hasta una banda presidencial. No es un homenaje cualquiera: es el retrato de una dinastía política que atraviesa la historia de Colombia y que desemboca en una de las senadoras más visibles del país: Paloma Valencia.
Un apellido que llegó con la Conquista
La historia comienza alrededor de 1600, cuando un hidalgo español, Pedro de Valencia, llegó a territorio colombiano en los últimos años del proceso de Conquista. Se asentó en Popayán, hizo fortuna y dejó una descendencia que, con el paso de los siglos, se movería entre la política, la tierra, la diplomacia y las letras. De ese linaje emergería Paloma Valencia, quien antes de cumplir veinte años ya había escrito dos novelas, aunque terminaría eligiendo otro escenario para ejercer poder.
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Uno de los pilares de esa historia familiar fue Guillermo Valencia Castillo, bisabuelo de la senadora. Poeta admirado, bohemio y conservador, caminaba por Popayán siendo saludado como “El Maestro”, comparable con José Asunción Silva. A los 20 años ya era diputado; a los 23, representante a la Cámara; luego senador y gobernador del Cauca en 1892.
Su prestigio lo llevó a ser embajador en Francia, Suiza y Alemania, pero la Presidencia fue su deuda personal. Perdió en 1918 frente a Marco Fidel Suárez y volvió a intentarlo en 1930, justo cuando iniciaba la Hegemonía Liberal. No viviría para ver a su hijo cumplir ese sueño.
Una presidencia marcada por la guerra
Ese hijo fue Guillermo León Valencia, abuelo de Paloma, quien llegó a la Casa de Nariño en 1962, como segundo presidente del Frente Nacional. Le tocó gobernar en uno de los momentos más convulsos del país, cuando las heridas del Bogotazo aún sangraban y las guerrillas campesinas comenzaban a consolidarse.
En 1964, siguiendo información que le transmitió su amigo Álvaro Gómez Hurtado, ordenó la Operación Marquetalia para desalojar a campesinos armados en el sur del Tolima. La ofensiva, financiada con recursos entregados por Estados Unidos como pago pendiente por la independencia de Panamá, incluyó el uso de bombas de napalm y terminó siendo el punto de partida de las FARC.
Pero Paloma Valencia no solo heredó poder del Cauca. Por el lado materno es nieta de Mario Laserna Pinzón, fundador de la Universidad de los Andes en 1948. Laserna fue un intelectual con proyección internacional: en 1949 conoció a Albert Einstein en Princeton y logró que el científico integrara el Consejo Consultivo Internacional de la universidad.
Décadas después, Paloma estudiaría allí Derecho y Filosofía, sumaría una especialización en Economía y una maestría en Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York, reforzando un perfil más intelectual que burocrático.
De la opinión al Congreso
Antes de ocupar una curul, Paloma Valencia construyó nombre en el debate público. Fue columnista de El Espectador y El País de Cali, analista en Blu Radio y fundadora del portal La Otra Esquina. También trabajó en La Hora de la Verdad, programa dirigido por Fernando Londoño Hoyos, que producía su madre, Dorotea Laserna.
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Su debut electoral llegó en 2006, cuando se lanzó a la Cámara por Alas Equipo Colombia, sin éxito. Ocho años después, Álvaro Uribe Vélez la incluyó en el tercer lugar de la lista cerrada del Centro Democrático al Senado. Fue elegida en 2014, reelegida en 2018 con cerca de 30 mil votos, y en 2022 obtuvo 63 mil votos, tras perder el aval presidencial del partido frente a Óscar Iván Zuluaga.
Hoy, desde la Comisión Primera del Senado, Paloma Valencia es una de las voces más ideológicas del uribismo y una férrea opositora del gobierno de Gustavo Petro. Además una madre conocida por las diversas apariciones con su hija Amapola a quien consciente y lleva a todas partes.
Entre museos familiares, universidades, guerras no resueltas y debates contemporáneos, Paloma Valencia encarna una paradoja colombiana: una heredera del pasado que sigue disputando el futuro.
