
¿Hacia dónde va Venezuela? Es la pregunta que muchos se hacen por estos días. Una ola de violencia que parece no tener fin, la polarización constante y la falta de salidas claras a una crisis de carácter social, político y humanitario mantienen en el limbo el futuro de la nación dirigida por Nicolás Maduro.
La situación se agudiza con las más recientes declaraciones del Gobierno. La canciller Delcy Rodríguez anunció que se iniciará el proceso para abandonar la Organización de Estados Americanos (OEA). Al tiempo, persisten las movilizaciones del oficialismo y la oposición. Los gases lacrimógenos, las balas y aquellos que pierden la vida en plena vía pública son el 'pan de cada día'.
Fue el mismo presidente del vecino país quien en las últimas horas entregó el más reciente balance. Según dijo, son 29 víctimas mortales y unos 140 millones de dólares en pérdidas materiales, por culpa del "llamado terrorista y violento de la derecha”.
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En contraste, las denuncias de la oposición se enfocan en un solo término: represión. "No manden a lanzar bombas, no manden a disparar", pide a su turno Lilian Tintori, esposa del líder Leopoldo López.
Si bien hay quienes aseguran que los hombres y mujeres de la Milicia Nacional Bolivariana, conformada por civiles y que pretende respaldar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, son quienes accionan el gatillo durante las movilizaciones, algunos videos que circulan en redes sociales muestran que además de ellos, hay civiles portando armas y atacando cuando lo creen necesario.
Incluso, para el senador colombiano Álvaro Uribe Vélez, que ha alzado su voz para unirse a la oposición, más de 4.000 miembros de las Farc están atentando contra los venezolanos.
"No es casual que más de 4.000 personas de las Farc estén armadas en Venezuela, atentando contra los venezolanos y desde allá llevando el narcotráfico que deshonra a Colombia", sostuvo.
https://twitter.com/martinez_net/status/857034951618949121
Foto: Presidencia Venezuela[/caption]
En el otro extremo se ubican los colectivos, grupos fieles al chavismo. Visten de rojo y circulan en motocicletas, fuertemente armados. En varias oportunidades han sido acusados por muertes en marchas violentas.
En este mapa de confrontación también están las guarimbas, como llaman en el vecino país a las barricadas. Fueron implementadas como símbolo de resistencia y se ubican en las calles con neumáticos, piedras y palos para evitar el paso de las fuerzas de seguridad.
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Pese a que estas tres agrupaciones tienen características desiguales, conservan principios comunes.
"Buscan defender el sistema y el pueblo les da un margen de legalidad que en otro contexto sería repudiado. Ya sea porque son grupos protegidos por los partidos políticos o porque están armados directamente por el Estado. En la medida que van ganando terreno hacen que la confrontación sea cada vez más despiadada", resalta el docente Fernando Rojas.
Otro punto preocupante, apunta el politólogo Rojas, es la financiación. Aunque el Gobierno controla y aumenta los recursos para los civiles armados, no habría que descartar el hecho de que la oposición haga lo propio con otros grupos.
Guarimbas, milicias y colectivos
Es una realidad que el Gobierno provee de armamento a las milicias. Maduro fue enfático el pasado 18 de abril, aprobó un plan para expandir a 500.000 los miembros de estas, armados con fusiles para que su despliege sea integral en todas las zonas de defensa del país. "He aprobado (...) los planes para expandir la Milicia Nacional Bolivariana durante este año a 500.000 milicianos y milicianas con todos sus equipos, y garantizar a través de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) un fusil para cada miliciano", determinó. Sin embargo, la problemática va más allá y difícilmente se puede controlar. Así lo cree el politólogo Fernando Rojas Parra."Es la parte más complicada de Venezuela y es difícil controlarla cuando se le dice a la gente de un lado y otro, salga a defender, pero ¿defender de qué y contra quién?", cuestiona en diálogo con Kienyke.com.Para entenderlo mejor, es necesario hablar de aquellas fuerzas que buscan respaldar un determinado sector. De un lado, están las milicias, que pueden llegar a equipararse con los paramilitares en Colombia, señala el internacionalista César Niño: “Son un peligro para la democracia y la Nación. Significan la toma de las armas por parte de la ciudadanía, no se controla qué tipo de armas, además son legales y legítimas para el gobierno venezolano. Esto repercutiría finalmente en un escenario de crimen organizado, de exacerbación del uso de la violencia, así como con el paramilitarismo en Colombia”. [caption id="attachment_680991" align="aligncenter" width="1024"]

Venezuela: Cuando la violencia se convierte en un camino
Pero lo peor aún no habría llegado al país donde se gestó la revolución bolivariana. Gran parte de la población se acostumbra a la violencia que se agolpa en las principales avenidas y esto solo traería tragedia e impunidad. Un ingrediente más, continúa el politólogo, sería el hecho de que Maduro esté en el poder, lo que "lleva a pensar que la violencia más fuerte está del lado del oficialismo"."Si esa violencia está cubierta por las fuerzas del Estado, se va a hacer con mayor impunidad porque coinciden Estado y ciudadanos violentos en defender una misma causa, mantener a Maduro en el poder", recalca.[single-related post_id="680855"] Así las cosas, lo que es claro es que la ola de atropellos va a crecer junto con la polarización. Es una violencia que se ha convertido en una herramienta, una opción para defender ideas. "En una coyuntura tan inestable es muy fácil que la justicia se tome por mano propia, que en algún desorden una persona por imprudencia termine generando una tragedia enorme. Es un momento en el que los dos sectores han encontrado que la violencia es uno de los caminos, porque se ha tratado a través de las urnas, de la protesta y han silenciado y encarcelado a líderes, los medios han sido callados. Mientras que los que luchan por el cambio se dejan llevar por la desesperación, Maduro ve en la violencia un camino para mantenerse".

En suma, concluye así: "Unos quieren recuperar el poder y otros mantenerlo, pero en ese afán los únicos que pierden son ellos mismos y la población civil".