Mario Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Huertas

Contra Operación Remate

Operación Remate cumplió un año, el pasado 28 de julio, y don Bárbaro sigue en Miraflores. De tal suerte, el chavismo, que es una poderosa estructura criminal, ha logrado enquistarse en los nervios del gobierno gracias a la mentira de una revolución pacífica. 

Lo cierto de todo esto es que el socialismo es la mejor forma “intelectual” que se le acomoda a la bestial operación que ha terminado por pulverizar la democracia en la tierra que ha dado apóstoles de la democracia como don Andrés Bello y brutales dictadores como Juan Vicente Gómez, Cipriano Castro o Nicolás Maduro. 

Precisamente, el 7 de agosto de 2025, el Departamento de Justicia de EE. UU. elevó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca al arresto de don Bárbaro, o Nicolás Maduro. El monto es el doble de lo ofrecido en 2020. Según la Casa Blanca, esta decisión obedece a la complicidad con el narcoterrorismo y al uso del aparato estatal para proteger redes criminales transnacionales como Tren de Aragua y, obviamente, a las guerrillas colombianas. 

Previamente, en julio, la administración Trump había dado un paso importante al designar al Cartel de los Soles como una organización terrorista internacional. Desde hace años, este grupo viene siendo vinculado al alto mando militar venezolano y acusado de operar como una red de narcotráfico con apoyo estatal que utiliza todas las estructuras del Estado para facilitar el envío de drogas hacia EE. UU. y Europa. Algo similar a lo que hicieron, en su momento, Castro en Cuba y Noriega en Panamá. 

Ya, el 31 de enero de 2025, Karoline Leavitt -portavoz de la Casa Blanca- había declarado que Trump no reconocía a Nicolás Maduro como presidente y dejó la puerta abierta para pensar, posteriormente, que los rumores alrededor de Erick Prince podían ser ciertos. Leavit llamó narco-dictador a don Bárbaro y fugitivo de la justicia estadounidense. 

En días pasados, las aguas del Caribe se han agitado desde que Reuters anunció que Trump había decidido movilizar tres destructores y 4.000 efectivos militares en el Caribe y zonas próximas a Venezuela. Los buques -dotados con sistemas Aegis, misiles Tomahawk y submarinos de ataque-fueron oficialmente destinados a una operación regional contra el narcotráfico. Sin embargo, su proximidad a las costas venezolanas ha generado todo tipo de sospechas sobre una posible operación encubierta para presionar, o incluso intervenir directamente contra, el régimen de Maduro. 

Y si fuera así, resulta totalmente legítimo intervenir a Venezuela para liberar a ese pueblo que han masacrado a nombre dizque de una revolución popular y lo han condenado a la miseria so pena de cumplir a rajatabla una ideología genuinamente criminal. Los camaradas saben, de sobra, encubrir sus crímenes en el manto del socialismo que míticamente han cristalizado, como políticamente correcto, a pesar de la tenebrosa experiencia histórica del siglo pasado. 

Hace poco, Petro dio un paso más en su errática política. Sin disimular, se puso del lado de Maduro que ha sido señalado de ser un narco-tirano, autoproclamado de progresista, y leal a la criminal causa del castro-chavismo. La oscura alianza quedó sellada como Maduro lo aseguró al explicar los alcances de una zona binacional levantada entre Caracas y Bogotá. Petro, libre de caretas, asumió oficialmente su posición.  

Así, el 10 de agosto 2025, reafirmó su posición públicamente al afirmar que “Colombia y Venezuela son el mismo pueblo, la misma bandera, la misma historia”. Instó a las Fuerzas Armadas colombianas a actuar para defender esa unión y advirtió que “cualquier operación militar que no tenga aprobación de los países hermanos es una agresión contra Latinoamérica y el Caribe. 

Con esto, los petristas han quedado, sin que puedan negarlo, alineados aún más con el narcotráfico, la dictadura y la ignorancia. Sellada esta alianza con Maduro, y el Cartel de los Soles, Petro le termina dando a la oposición razones para señalarlo de ser complaciente con algunos carteles y de encubrir políticamente al narcotráfico a título de la ´paz total´. Peligrosísima, y equivocada, maniobra la de Petro. ¡Ni Ernesto Samper se atrevió a tanto!  

Tal vez por ello, hay demasiada preocupación al interior de las filas del petrismo porque alfiles de esa organización vienen siendo identificados como determinadores políticos del narcotráfico y de paso está empujando a toda la Administración por Sobresaltos (y a Colombia) a caminar por la difícil senda de la descertificación. Día tras día, vamos comprendiendo el motivo de la preocupación. Pero, con todo y ello, insisten en quedarse del lado del narco-chavismo. Razones de fondo tendrán. 

Sin llamarse a engaños, la opinión pública del hemisferio no puede convertirse en cómplice de una banda narcotraficante que esclaviza al pueblo de Miranda, Bolívar y Sucre y promueve el terror a nombre de ´la paz´, ´la democracia´ y ´el poder popular´ tal como lo repite don Bárbaro asiduamente. Entre más granuja se reconoce Maduro, más necesita repetir palabras subvertidas como paz, pueblo y democracia. 

En este tipo de ejercicios siempre es bueno pensar en perspectiva histórica porque algo similar vivió Venezuela, entre diciembre de 1902 a febrero de 1903, cuando Alemania, Reino Unido e Italia bloquearon al gobierno de El Cabito originando de tal suerte, en el derecho internacional americano, la Doctrina Drago. Ayer fue el derecho internacional americano, hoy no puede ser un cartel regional el que resulte fortalecido si don Bárbaro, y sus matones, no caen como deben caer. 

Anécdota. En cierta ocasión un sub-intelectual chavista colombiano, es decir furibundo y redomado petrista, tenido por experto en asuntos latinoamericanos, dejó escapar sonora carcajada al escuchar que yo hablaba de El Cabito y añadió que esa era una narco-telenovela que él veía disciplinadamente.

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Mario Huertas
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