Juan Restrepo

Ex corresponsal de Televisión Española (TVE) en Bogotá. Vinculado laboralmente a TVE durante 35 años, fue corresponsal en Manila para Extremo Oriente; Italia y Vaticano; en México para Centro América y el Caribe. Y desde la sede en Colombia, cubrió los países del Área Andina.

Juan Restrepo

El nuevo rostro del poder blando

Esta semana, una imagen dio la vuelta al mundo: la de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, firmando la aceptación de aranceles del 15 % impuestos por Estados Unidos a las exportaciones europeas. La puesta en escena no podía ser más humillante: en un club de golf de Donald Trump, sinónimo de política de poder, espectáculo y negocios personales. Fue la imagen de una Europa impotente, disminuida en el tablero global. Al otro lado, Trump y sus áulicos celebraban el momento como una exhibición del poderío norteamericano.

Mientras tanto, en un rincón olvidado de África, unas grúas trabajan en la construcción de un hospital. Allí se revela otro signo de época: el avance del poder blando chino, que se expande con constancia mientras Estados Unidos se retira de las que un día fueron sus áreas de influencia. ¿Quién piensa hoy en el impacto global del repliegue de USAID, la agencia que durante décadas fue imagen la  ayuda norteamericana?

A las afueras de Kigali, en un paraje llamado Masaka, la memoria del dolor convive con la lucha diaria por la supervivencia. Las colinas que rodean el distrito aún conservan las cicatrices del genocidio de 1994. En Nyanza, parte del Monumento al Genocidio, yacen fosas comunes donde fueron exhumados más de 50.000 cuerpos. Durante más de dos décadas, la comunidad silenció esos crímenes. Hoy, en ese mismo lugar, la ayuda estadounidense ha desaparecido de forma abrupta, dejando desprotegidos a millones y en riesgo proyectos sanitarios, educativos y humanitarios.

China ha entendido el valor estratégico de ese vacío. No llega a África con la bandera de los derechos humanos ni la democracia, sino con inversiones y ánimo de permanencia. En apenas un cuarto de siglo, ha desplazado a Estados Unidos como principal socio comercial del continente. Es el mayor prestamista y financiero, invirtiendo en infraestructura, minería, energía, agricultura. Cubre sectores abandonados por la cooperación occidental, construyendo hospitales, autopistas, ferrocarriles, y ofreciendo empleos y becas de formación.

Mientras Washington cancelaba programas vitales por más de 55.000 millones de dólares y cerraba un ciclo de seis décadas de USAID —ahora subordinada al Departamento de Estado—, Pekín prometía otros 50.000 millones para los próximos tres años, con un millón de empleos y decenas de miles de becas.

El poder blando que una vez caracterizó a Estados Unidos —el atractivo democrático, el compromiso con la salud y la educación— cede ante una diplomacia basada en la transferencia directa de infraestructuras y recursos. Sin que los aparentes favorecidos pregunten demasiado… No es filantropía: es la construcción paciente de alianzas, dependencias y lealtades. Para muchos gobiernos africanos, la oferta china resulta irresistible, incluso a costa de nuevas subordinaciones.

Así se redefine la influencia global. En la era del repliegue norteamericano y de las humillaciones televisadas en un campo de golf, otro país apuesta por estar presente en las colinas de Masaka y en decenas de capitales olvidadas.

La competencia internacional ya no se juega solo en las cumbres de jefes de Estado ni en los titulares de la prensa occidental, sino en la vida cotidiana de comunidades que, entre el dolor y la esperanza, encuentran en Pekín al nuevo patrón del poder blando. El “siglo americano” se va agotando poco a poco, quizás, lejos de Washington: allá donde sobreviven las cicatrices y nacen, con acento mandarín, nuevos hospitales, escuelas y alianzas

Creado Por
Juan Restrepo
Más KienyKe
Las colombianas perdieron ante la Selección de Brasil desde el punto penal.
Se trata de Jack Smith, el fiscal especial que imputó a Trump por el asalto al Capitolio y el manejo de documentos clasificados.
Pizarro pidió "continuar el cambio" iniciado por el actual Gobierno.
El presidente se desmarcó de cualquier vínculo con la sentencia dictada por la jueza Sandra Heredia.
Kien Opina