La selección impredecible y volátil vuelve al ruedo, en la recta final de la clasificación. Sanadora cuando sus resultados son rotundos o decepcionante cuando destructivas son las derrotas.
Sin la soga al cuello, pero urgida de goles y triunfos.
Momentos claves estos, los de los próximos partidos. Con la obligación de justificar el favoritismo como local ante Perú y cerrar heridas ante Argentina, campeón mundial.
El sueño de ir a la cita mundialista, no puede convertirse en pesadilla. Es un desafío frente a la confianza que el público aún tiene en el equipo, para dar señales de vida con un futbol convincente.
Un triunfo es urgente para alejar los escándalos. Para evitar el escepticismo. Para dar el paso que falta.
Es la hora de demostrar que juega la selección y no la rosca de Lorenzo. Que hay futbol suficiente para imponer condiciones. Que en este punto de quiebre se puede garantizar el tiquete al mundial, que se trata de jugar y no solo de ser objeto de la curiosidad del pueblo.
De encontrar respuestas a las dudas, de ganar y golear. Esteban.