Mario Andrés Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Andrés Huertas

Emboscada en la Casa Blanca

Terminamos la semana pasada nuestra entrega anunciando que Keir Stammer iba rumbo a la Casa a Blanca donde vimos una reunión en la que con carta de Carlos III, los británicos agotarán todos los recursos disponibles para que Trump modifique su conducta ¡Cosa improbable! Trump ya decidió estar del lado de Putin.

Al día siguiente, asistimos a una emboscada que le tendieron Trump, Vance y Rubio al presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy. Un acto despreciable que solo deshonra a quienes lo ejecutaron y no como lo ha sugerido Lula da Silva (el mismo que ha estado muy cerca de Putin) al decir que Zelensky fue humillado. 

El presidente ucraniano actuó como un gladiador romano. En esto no hay equívocos. Por su parte, Trump, Vance y Rubio, indignos de sus cargos, han actuado como los más efectivos subalternos de un tirano y criminal como lo es Vladimir Putin. Humillando de golpe -ellos sí- toda una tradición de poderío y liderazgo de los Estados Unidos y, de paso, una historia brillante del partido republicano. Soy honesto, tenía un mejor concepto de Marco Rubio. De JD Vance creo que ya ha dado lo mejor de sí en Múnich hace un par de semanas. 

Este par (Vance y Rubio) tienen tiempo suficiente para asumir las consecuencias políticas, de lo que vienen haciendo contra Ucrania y Zelensky, en su ambicioso camino por reemplazar al cada vez más insoportable Trump quien, por demás, solo termina dándole la razón a quienes jamás lo han apoyado, incluso dentro del partido Republicano. 

De inmediato, vino la respuesta de las cancillerías europeas. No podía ser otra y más allá del respaldo por redes sociales, los líderes europeos se reunieron el domingo en Londres para expresarle que “mantienen el apoyo inquebrantable” con hechos. Coordinar la estrategia para afrontar el giro geopolítico, 2.7 billones de dólares americanos -en calidad de préstamo- y un espaldarazo de Carlos III fue la recompensa después de la desleal invitación de Trump y el atropello al que fue sometido en la Casa Blanca.

Pero, como Trump es Trump ha ido ahorcando lentamente a Ucrania. Día a día ha anunciado medidas contra Kiev. El lunes suspendió totalmente la ayuda militar a ese país y el miércoles canceló la cooperación en temas de inteligencia. Ante el Congreso, en su discurso del Estado de la Nación, Trump hizo público un aparte de una misiva enviada por el presidente Zelensky en la que, a pesar del lamentable encuentro, permanece firme para protocolizar el acuerdo de minerales y tierras raras con Trump. A pesar de ello, Zelensky sabe de sobra que Trump no es un aliado confiable y que su trasparencia y gallardía puede encontrar en la perfidia y cobardía una singular respuesta. 

Del otro lado del Atlántico, Macron en una magistral intervención presidencial (usando mapas, gráficos y cifras) se dirigió no solo a Francia sino también al mundo entero para explicar las medidas que entrarán en vigor rápidamente en virtud de las decisiones que Washington ha tomado desde que Trump ha irrumpido de nuevo en la Casa Blanca. 

Macron insistió en que Rusia ha manipulado las elecciones en Moldavia y Rumania y la manera en que Rusia se ha rearmado según un plan quinquenal a 2030; los datos ofrecidos son: de 1’.200.000 soldados, Rusia pasará a 1’500.000, la artillería hará tránsito de 4.000 carros blindados a 7.000 y de 1.200 aviones de caza se aumentará a 1.500 naves aéreas. En total, un incremente de más del 40% de su presupuesto en economía de guerra. 

Macron ha actuado más como De Gaulle que como ´Manu´ (cosa sorprendente y favorable) al decir que la paz no puede pasar por una capitulación, ni por el abandono de Ucrania y, mucho menos, que la paz puede ser a cualquier precio. Los Acuerdos de Minsk dejaron en claro que Putin no respeta la palabra y que los acuerdos son para incumplirlos, según su lógica. Por ello, los europeos están trabajando rápidamente en un plan para buscar una paz sólida, durable y verificable. El presidente francés no ha sido vacilante: el rearme europeo -con las implicaciones económicas del caso- es una respuesta para disuadir militarmente a Rusia y encontrar una independencia estratégica de los Estados Unidos que cada vez más los amenaza con una guerra comercial como la desatada contra Canadá.

Aclaro que es legítimo que los Estados Unidos, en función de su interés nacional, pueda libremente revaluar el apoyo a Ucrania, “recalibrar” las relaciones con Moscú y replantear su alianza trasatlántica como parte de una estrategia global para enfrentar a China. Todo ello es legítimo, pero jamás lo será agredir y ser desleal con los aliados. El trumpismo carece de maneras y elegancia para el manejo de los asuntos mundiales y con ese estilo está escribiendo un capítulo más de la inagotable historia universal de la infamia. 

Adenda. Como en los tiempos de Teddy Roosevelt: ¡Ojo con Panamá!

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Mario Andrés Huertas
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