Juan Restrepo

Ex corresponsal de Televisión Española (TVE) en Bogotá. Vinculado laboralmente a TVE durante 35 años, fue corresponsal en Manila para Extremo Oriente; Italia y Vaticano; en México para Centro América y el Caribe. Y desde la sede en Colombia, cubrió los países del Área Andina.

Juan Restrepo

Larry Fink no es una estrella del rock

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Una muy certera definición, de entre las muchas que en estos días se han hecho de Donald Trump, ha venido de la mano de Thomas Friedman, que en las páginas de The New York Times llamó al presidente norteamericano “saqueador geopolítico”. Como es bien sabido, en su discurso inaugural, Trump calificó la transferencia del Canal de Panamá como un “regalo imprudente” de Jimmy Carter a Omar Torrijos y, por si eso fuera poco chocante en un discurso de esa trascendencia, remató afirmando que  “China está operando el Canal de Panamá, y no se lo dimos a China. Se lo dimos a Panamá, y lo recuperaremos”.

Y siempre en esa línea habló de anexionar Canadá, quedarse Groenlandia y, lo que para el caso da igual, se ha mostrado dispuesto a que Vladimir Putin se quede con el territorio que hasta hoy ha invadido de Ucrania. Rebautizar el Golfo de México como Golfo de América también forma parte de su afán por sacudir la geografía. De todo esto se ha seguido hablando con más o menos intensidad, pero de pronto no se volvió a hablar de Panamá. ¿Qué ha pasado? Pues que de manera discreta el Canal ha regresado a “manos norteamericanas”.

Comenté este milagro con un amigo, a quien empecé por preguntarle si había oído hablar de Larry Fink y su poderosa BlackRock. “¿Estás interesado ahora en la música pop?”, me preguntó una voz extrañada al otro lado del teléfono, pensando que le hablaba de una banda musical. “No hombre, te estoy hablando del dueño del mundo”, le dije para sacarlo de su ignorancia. “Piensa en el nombre de cualquier banco importante, empresa mundial, fabricante de automóviles, teléfonos, lavadoras… marca colombiana o extranjera que se te ocurra. Ahí tiene puesta la patita Larry Fink”. Pues sí, Larry ha sacado a los chinos del Canal y de paso ha serenado a Donald Trump, si tal cosa es posible.

A quienes se asombran por la operación relámpago, Larry Fink —que es un hombre discreto y no le gusta ir por ahí dando lora como Elon Musk u otros multimillonarios— trata de calmarlos; y le resta importancia al hecho de haber comprado Balboa y Cristóbal, los dos puertos que controlan la salida y entrada al Canal. Explica que se trató de dos más de entre los 41 puertos que compró en estos días en otros 20 países. Cuando Larry sale a comprar puertos o emporios empresariales lo hace con la naturalidad con que nosotros entramos al supermercado a comprar una botella de vino y dos barras de pan.

La prevista invasión de Panamá por diez o doce mil “mariners” por la supuesta influencia de China en el Canal, fue conjurada por el inversor BlackRock que se hizo con la propiedad de los dos puertos estratégicos de la vía navegable artificial. El conglomerado CK Hutchison, con sede en Hong Kong, ha anunciado la operación por unos 22.800 millones de dólares y el traspaso de las instalaciones en las dos bocas del Canal. Ante lo que Donald Trump exclamó exultante: “¡Estamos recuperando el Canal!” 

El hecho de que este inversor financiero ponga en práctica la política de poder de Trump es una “elegante” solución a lo que pudo haber sido una crisis traumática en el continente. Para algunos estudiosos, la movida recuerda el poder que Wall Street tuvo alguna vez en América Latina. James Hudson, profesor de Historia y autor del libro Banqueros e imperio: cómo Wall Street colonizó el Caribe, opina que el pequeño país centroamericano ha perdido por completo ante la nueva política trumpista de 'America First'".

Pero si hay algo que llame la atención en esta multimillonaria compra es la personalidad de quien está detrás de ese negocio.  Larry Fink, el hijo de un modesto vendedor de zapatos de Los Ángeles y una profesora de inglés, empleado de banca a finales de los años ochenta, supo ver el futuro de un negocio: invertir los fondos que le confían sus clientes, entre ellos, instituciones financieras, compañías de seguros, bancos centrales, fondos soberanos, fondos de pensiones y familias adineradas. Su salario anual, 25 millones de dólares, no supera el de un Kylian Mbappé, un Cristiano Ronaldo o un Lionel Messi, pero pocos mortales poseen el poder de Larry Fink: información privilegiada. 

Con más de 11 billones de dólares bajo su administración, las decisiones que toma Larry Fink pueden mover montañas. No es literalmente propietario de todo ese dinero pero como puede decidir dónde se invierte, se suele decir que con BlackRock controla una parte importante del sistema financiero internacional, o que es "el dueño del mundo", por su gigantesco poder e influencia.

Bernard Stiegler, un filósofo francés estudioso de la técnica y su impacto en las transformaciones sociales, políticas y económicas contemporáneas, dijo que "para los señores de la guerra económica… se trata de ir más rápido que las sociedades para imponerles modelos de destruir las estructuras sociales y dejar impotente al poder público”.  Es como si estuviera hablando de Larry Fink, un hombre de quien dicen que “paraliza a sus oponentes. Siempre dispara primero”.

Bernard Stiegler llevaba varios años alertándonos de la locura destructiva de los mercados financieros y los algoritmos; de sus acrobacias financieras, de cómo van cada vez más rápido en la adquisición de acciones y bonos en una zona de anarquía. “Es el salvaje oeste tecnológico”, dijo en cierta ocasión…Lástima que Bernard Stiegler terminó suicidándose.

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