Hoy asumo la candidatura presidencial del Centro Democrático con profunda convicción: nuestro país merece un rumbo distinto, un horizonte de esperanza y un liderazgo que vea el poder como servicio, no privilegio. Agradezco primero a Dios; le pido humildad para servir a los colombianos, discernimiento para superar los dolores nacionales y fuerza para convertir palabras en acciones reales.
Agradezco a mi partido: ser candidato significa subir una escalera construida por ediles, concejales, diputados, alcaldes, representantes, senadores, militancia y seguidores que han engrandecido este colectivo. No busco este lugar para mí, sino para honrar ese esfuerzo y servir a la nación.
Fue un año difícil. El asesinato de Miguel Uribe Turbay dejó un vacío irreparable, robándonos un líder y amigo. Él simboliza nuestro impulso por una Colombia sin miedo. Desde entonces, el mundo parece en blanco y negro, pero su memoria nos obliga a edificar un país donde ningún niño crezca viendo asesinar a defensores de la democracia.
Colombia demanda recuperar la seguridad perdida. Estructuras criminales infiltran el Estado, mientras producimos el 70% de la cocaína mundial. Las enfrentaremos con determinación: erradicando cultivos, fumigando, destruyendo laboratorios, controlando precursores químicos y extinguiendo dominio hasta el último peso.
Lanzaremos el Plan Colombia 2.0, fortaleceremos la Fuerza Pública y convocaremos retirados a un nuevo escalafón contra la delincuencia. Con acción cívico-militar, reenamoraremos comunidades en Cauca, Nariño, Putumayo y Catatumbo, devolviéndoles libertad arrebatada por la violencia. Nuestra Fuerza Pública tendrá una presidenta que los respete, honre y acompañe.
Defenderemos la justicia: la pena no dependerá de si el criminal es común, de si pertenece a una estructura criminal, de si secuestra solo o en grupo, o de si es gestor de paz. Reduciremos impunidad, cumpliremos la ley: secuestradores y asesinos irán a la cárcel, sin curules en el Congreso.
Esta candidatura no es solo mía; lleva tres nombres: María Fernanda, Paola y yo. Ellas son la columna vertebral, fuerza, carácter y estrategia. Reconozco el aporte de nuestro entrañable amigo Andrés Guerra.
Soy uribista eterna: de mi presidente Uribe aprendí que amar a Colombia es un verbo que exige trabajo incansable, aun en amarguras. Llevo 13 años a su lado; soy su mejor alumna, es mi mentor e inspiración.
Nuestra campaña surge con certeza: Colombia tiene salida. Se envejece antes de enriquecerse, por eso urge una revolución energética para generar riqueza, empleo e ingresos dignos. Transformaremos la consulta previa para hacer comunidades protagonistas del desarrollo; convertiremos regalías y obras por impuestos en progreso real. Ofreceremos licencias ambientales rápidas pero responsables, destinando la renta minero-energética a proteger ecosistemas como el Amazonas, el Pacífico, el Darién y parques nacionales.
Me duelen nuestros jóvenes: 2,7 millones ni estudian ni trabajan. No nos resignaremos a su pérdida futura. Impulsaremos una revolución educativa contra la inequidad, garantizando acceso a educación de calidad con subsidios a la demanda y a una jornada completa incluyendo deporte y cultura. Educación estatal en ciclos cortos, con recursos para fomentar el emprendimiento.
Recuperaremos la salud: titularizaremos la deuda, instalaremos puestos tecnológicos en territorios con hospitales padrinos para diagnóstico y tratamiento. Ningún colombiano hará filas eternas por medicamentos o atención.
Apoyaremos informales y mujeres cabeza de hogar con crédito, capital, jardines infantiles en lugares de trabajo y cuidado integral adaptado a horarios reales.
He visto mi partido sufrir, resistir y renacer. Creímos que la oscuridad vencería, pero llegó la justicia y la verdad; estamos de pie. Veo al Centro Democrático como árbol fuerte: sus hojas son los militantes, sus flores las credenciales, y un tronco robusto que es el Presidente Uribe extendiendo sus ramas al cielo colombiano. Convencida, este árbol dará fruto histórico: la primera mujer presidenta.
Creo en mi país con intensidad alma adentro. Amo profundamente a los colombianos; merecemos más. Recuperaremos seguridad, economía, justicia y esperanza. Colombia no cae, resiste. Lo mejor vendrá.
