El reciente anuncio del DANE1, que reportó un crecimiento del 2,4% del PIB durante el primer semestre de 2025, sorprendió positivamente a analistas y sectores productivos. Esta cifra, que superó las expectativas, no solo refleja un avance leve pero constante, sino que permite entrever un momento de mayor dinamismo económico para el país.
En este contexto, los mecanismos de financiamiento formales cobran un papel protagónico como motores de desarrollo. Son, en esencia, una herramienta que canaliza el deseo colectivo de los colombianos por progresar, emprender y mejorar su calidad de vida. Hoy, las condiciones del entorno -como la disminución en las tasas de interés, el descenso del desempleo y una recuperación del consumo- favorecen la inclusión financiera. No obstante, también exige prudencia y compresión por parte de los intermediarios financieros frente a los posibles incumplimientos.
Los datos refuerzan esta visión. Aunque no existe una cifra única que consolide el total de créditos formales en el país, reportes de centrales de información como Datacrédito permiten identificar señales claras de comportamiento positivo. Aseguran que la dinámica de desembolsos de créditos de consumo se ha mantenido creciente durante el último año, comparando abril de 2025 con el mismo mes de 2024 (14,1%). Si bien esta cifra corresponde solo a un segmento del mercado, coincide con el crecimiento del 4,8% en sectores clave como comercio, transporte, alojamiento y servicios de comida, y, de manera aún más significativa, con el aumento del consumo de los hogares, que se mantiene como uno de los principales motores de la economía. Todo esto confirma que el crédito sigue siendo una herramienta esencial para el bienestar de los colombianos y el dinamismo económico del país.
En línea con esta tendencia positiva, un elemento que refuerza esta realidad es el nivel de recuperación de cartera vencida que muestran los colombianos. Según la Superintendencia Financiera, en mayo de 2025 el indicador de mora cayó al 4,4 %, desde un 4,6 % en abril, y se ubicó por debajo del 5,2 % registrado en mayo de 2024. Esta mejora en la calidad de cartera no solo refleja que los colombianos han honrado sus compromisos, sino también una gestión más prudente por parte de las entidades, que debe motivar una mayor apertura al crédito responsable.
Ahora bien, el riesgo de incumplimiento existe. Pero lejos de convertirse en una alarma que paralice al sistema, debe entenderse como una oportunidad para fortalecer los canales de confianza entre usuarios y entidades. Es en ese punto donde instrumentos como las garantías se convierten en aliados estratégicos: no solo protegen a las entidades de crédito, sino que brindan respaldo al deudor, evitando que una coyuntura adversa se traduzca en exclusión financiera.
En FGA Fondo de Garantías no solo brindamos ese respaldo, sino que conocemos bien esa doble cara de la moneda. Durante el primer semestre de 2025, garantizamos más de 4.3 millones de operaciones de crédito. De ellas, pagamos cerca de 176 mil, lo que confirma que la gran mayoría de los colombianos cumple sus compromisos y son ‘buenas pagas’. Esto no es una intuición: es evidencia. Y debe ser la base para revalidar la confianza.
Hoy más que nunca es necesario que el sistema financiero sepa reconocer que los colombianos, en su mayoría, son responsables con sus obligaciones. Según cifras de los créditos respaldados por FGA, de cada 100 personas, 92 cumplen con sus compromisos. Este comportamiento positivo no solo refleja responsabilidad individual, sino un deseo colectivo de avanzar con paso firme hacia un futuro más estable.
Fortalecer esta confianza es una tarea colectiva. El reto está en construir un ecosistema financiero más empático y realista, que reconozca las particularidades del mercado y brinde respaldo a quienes, incluso en medio de desafíos, mantienen firme su compromiso con el progreso. Solo así podremos seguir impulsando el desarrollo del país, apalancados en lo más valioso que tenemos: la determinación de los colombianos por salir adelante.