El presidente de Colombia, Gustavo Petro, rechazó públicamente la victoria de José Antonio Kast en las elecciones presidenciales de Chile y lo calificó de “fascista”, en una reacción que contrastó con las posturas diplomáticas adoptadas por otros mandatarios de América Latina.
El pronunciamiento se produjo este domingo 15 de diciembre, pocas horas después de que se confirmara el triunfo del líder del Partido Republicano en la segunda vuelta electoral.
A través de su cuenta en la red social X, Petro afirmó que uno de sus primeros mensajes sobre los resultados electorales en Chile fue bloqueado. Posteriormente, publicó un extenso trino en el que arremetió contra Kast y asoció su victoria con un retroceso histórico para el país austral.
En el mensaje, el mandatario colombiano evocó la figura del expresidente Salvador Allende y sostuvo que “el fascismo avanza”, al tiempo que aseguró que nunca estrechará la mano de quienes considera herederos de esa ideología.
Las declaraciones del jefe de Estado colombiano se apartaron del tono empleado por otros líderes de la región. Mientras Petro lanzó duras críticas, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, felicitó a Kast y expresó su disposición a mantener “excelentes relaciones bilaterales” con Chile. En la misma línea, el mandatario chileno saliente, Gabriel Boric, reconoció el resultado electoral y reiteró su compromiso con una transición institucional ordenada.
José Antonio Kast se impuso en la segunda vuelta con el 58 % de los votos frente a la candidata progresista Jeannette Jara, quien obtuvo el 42 %, según el conteo rápido del 86 % de las mesas. El nuevo presidente chileno asumirá el cargo el próximo 11 de marzo por un período de cuatro años. Durante la campaña, Kast prometió una política dura contra la criminalidad y anunció su intención de deportar a cerca de 340.000 migrantes en situación irregular, en su mayoría venezolanos.
El triunfo del dirigente conservador fue celebrado por el presidente de Argentina, Javier Milei, quien lo calificó como un “paso en defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada”. También el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, lo felicitó y manifestó su interés en cooperar con el nuevo gobierno chileno en materia de seguridad, migración y comercio.
Kast, quien ha expresado en el pasado su admiración por el dictador Augusto Pinochet, centró su campaña en el discurso del orden y la seguridad. Aseguró que Chile “se cae a pedazos” y describió al país como amenazado por el narcotráfico y el crimen organizado, pese a que las cifras oficiales muestran que, aunque los homicidios se duplicaron en la última década, vienen disminuyendo desde hace dos años.
El temor a la inseguridad fue un factor clave en las elecciones. Según un sondeo de Ipsos realizado en octubre, el 63 % de los chilenos considera que el crimen y la violencia son su principal preocupación, seguidos por el bajo crecimiento económico. No obstante, analistas advierten que la percepción de inseguridad supera los niveles reales de criminalidad.
Para el politólogo Robert Funk, de la Universidad de Chile, Kast no cuenta con un mandato absoluto. “Mucha gente votó más por temor a Jara que por una adhesión total a su proyecto”, señaló. Aun así, su llegada a La Moneda marca un nuevo giro político en un país donde derecha e izquierda se alternan en el poder desde 2010, en unas elecciones que, además, tuvieron voto obligatorio por primera vez en más de una década.
