
El cine de Lynne Ramsay nunca ha sido cómodo. Desde sus primeros trabajos, la directora británica se ha ganado una reputación por abordar temas tabú con una intensidad cruda y una capacidad única para adentrarse en las oscuridades más profundas del ser humano.
Tras su ópera prima Ratcatcher (1999), y después de explorar desde relatos de autodescubrimiento hasta el retrato social más descarnado, Ramsay llegó al gran público con adaptaciones cinematográficas que no eran fáciles ni políticamente correctas. ‘Tenemos que hablar de Kevin’ y ‘En realidad nunca estuviste ahí’, por ejemplo, profundizan en la psicopatía asesina de un niño y en el trauma de un justiciero a sueldo, respectivamente, pero ahora la directora parece haber ido aún más lejos con su nuevo proyecto: Die, My Love.
Un nuevo reto cinematográfico
Recientemente presentada en el Festival de Cannes, Die, My Love ha generado reacciones intensas y polarizadas, como era de esperarse de una película dirigida por Ramsay. Esta vez, la directora adapta la novela Matate, amor de la escritora argentina Ariana Harwicz, un relato que forma parte de su Trilogía de la pasión. La obra aborda de manera brutal y visceral la depresión posparto, un tema profundamente perturbador que no se esconde en detalles incómodos. La protagonista de la historia, una mujer que acaba de tener un bebé, no solo lucha con la maternidad no deseada, sino que llega al extremo de desear la muerte de su marido y su hijo.
Es una adaptación que no se anda con rodeos: la violencia y el sufrimiento están siempre a la vista, y el espectador es arrastrado a la espiral de desesperación y angustia de la protagonista. Como en sus anteriores obras, Lynne Ramsay se adentra en una atmósfera de constante tensión, donde el peligro siempre acecha, y los sentimientos de la protagonista son tan abrumadores que se sienten como una presión imparable sobre sus propios hombros.
Jennifer Lawrence: una maternidad oscura
En el papel principal, Jennifer Lawrence interpreta a esta mujer atrapada en un entorno rural, que rápidamente se convierte en una prisión emocional. Su personaje se ve arrastrado por la soledad, la frustración y la obsesión, mientras intenta lidiar con las exigencias de un bebé que no quería tener y el peso de la maternidad que la consume.
El trabajo de la estadounidense ha sido aclamado por su intensidad emocional y su capacidad para llevar al límite su personaje. Durante la rueda de prensa de la película en Cannes, ella compartió abiertamente su experiencia personal con la depresión posparto. “No hay nada como la depresión post parto, te aísla completamente. Estés donde estés, la presión de la maternidad hace que te sientas como una extraterrestre”, confesó Lawrence, quien acaba de ser madre por primera vez.
En su actuación, la ganadora del Óscar no solo ofrece una interpretación al borde de la locura, sino que lleva al público a un nivel de identificación con el sufrimiento y el aislamiento de la maternidad, un terreno en el que rara vez el cine se adentra de una forma tan cruda.
Robert Pattinson también reflexiona sobre la paternidad
Su compañero de reparto, Robert Pattinson, quien también recientemente se ha convertido en padre, ha mostrado un apoyo a la complejidad emocional del proceso de la maternidad. Al igual que Lawrence, ha hablado sobre cómo la paternidad trae consigo una enorme carga emocional y la necesidad de mucha comprensión para evitar que se desarrollen problemas de salud mental.
En conjunto, tanto Lawrence como Pattinson aportan una autenticidad conmovedora al tratamiento del tema de la salud mental y la maternidad en Die, My Love, haciendo que la película no solo sea una experiencia cinematográfica desafiante, sino también una reflexión profunda sobre la naturaleza de la maternidad y sus sombras.