Helmuhd Luvin Moreno Guevara

Comunicador Social - Periodista, MBA y Especialista en Alta Gerencia, con más de 20 años de experiencia en comunicación digital, marketing y periodismo. Docente universitario, apasionado por la inteligencia artificial, las redes sociales y la innovación tecnológica.

Helmuhd Luvin Moreno Guevara

Manual de diplomacia avanzada, por Gustavo Petro

En la entrevista que Gustavo Petro concedió a Daniel Coronell para Univisión el pasado 20 de octubre, fuimos testigos de una clase magistral sobre la profunda disonancia que existe entre el rol de un estadista, que exige diplomacia, cálculo y prudencia, y el impulso de un activista que se alimenta de la confrontación. Petro pareció olvidar que no solo gobierna con decretos, sino también con palabras.

Pareció no tener presente que cada frase, metáfora o silencio construye o erosiona la legitimidad de su imagen internacional. Durante más de dos horas de entrevista, su discurso osciló entre la épica personal, la confrontación directa, la significación subjetiva y, por supuesto, la constante evasiva de las preguntas hechas por el periodista.

Coronell, ejerciendo de cirujano, intentó extirpar una definición concreta: ¿Maduro se robó las elecciones? Petro, visiblemente incómodo, respondió con una finta de presunción para esquivar el fondo. Aquí no hubo metáfora; hubo un titubeo evidente que delataba un doble rasero. El mandatario, desafiante con Washington, se volvió súbitamente críptico y cauto al mirar a Caracas. Es la diplomacia de la conveniencia ideológica, donde la franqueza es un recurso que se activa o desactiva no por principios, sino por afinidad de forma.

El escenario no era menor. La conversación estaba aderezada por una crisis diplomática con Estados Unidos, declaraciones cruzadas con Donald Trump y la amenaza de nuevos aranceles. En ese contexto, se esperaba al estratega; sin embargo, apareció el discurso de un trinador profesional en X. “Aquí se le corta la cabeza a los reyes si llegan con actitud de rey”. La frase, diseñada para proyectar soberanía, resonó más como una amenaza velada, una advertencia casi medieval lanzada en el delicado tablero de la política exterior.

La entrevista fue, en el fondo, un duelo de lenguajes. Coronell buscaba anclar la conversación en la realidad tangible: datos, consecuencias, el impacto de los aranceles, la ruta diplomática. Pero Petro se rehusaba a pisar ese terreno. Prefirió habitar la abstracción simbólica. Cuando se le acorraló sobre el rumbo de la diplomacia, su respuesta fue desconcertante: “Ya veré cómo maniobro yo”. La frase, que en cualquier conversación informal podría pasar desapercibida, en boca de un jefe de Estado es alarmante. No solo sugiere improvisación; comunica al mundo que no hay un plan.

El lenguaje pareció traicionar la intención en múltiples ocasiones. Al discutir los aranceles estadounidenses, Petro lanzó una analogía que buscaba ser una ironía mordaz: “No se lo van a poner ni al petróleo ni al carbón, porque son adictos a la gasolina junto a la cocaína”. La mezcla de combustibles fósiles y narcotráfico, aunque efectista, dejó la sensación de un mandatario más cómodo en el impacto retórico que en la precisión quirúrgica que exige la diplomacia. Se ganó el titular, pero se perdió la oportunidad de sentar una posición seria.

Entonces, ¿a quién le hablaba realmente Petro? Por momentos, no parecía dirigirse ni a Coronell ni a Washington, sino a su propia base electoral. Vimos al Petro de la plaza pública, no al del despacho oval. Es un líder que parece necesitar la narrativa del desafío, que se nutre retóricamente del “tono colonial” para solidificar su identidad política. En ese sentido, su lenguaje no es un accidente, sino una performance identitaria. El problema fundamental es que el aplauso interno, ganado con frases incendiarias, puede costar la confianza externa, que se construye con sobriedad.

Sin embargo, esa estrategia tiene un costo que el país no puede permitirse. La diplomacia exige palabras que construyan puentes, no trincheras. La entrevista con Coronell funcionó como un espejo incómodo: reflejó la innegable pasión política de Petro, pero también la alarmante fragilidad de su manejo del verbo presidencial. En la era de la hiperconectividad, donde cada frase se convierte en clip, titular o meme, la falta de rigor semántico no es un desliz menor, es un riesgo de Estado. Un riesgo que se amplifica exponencialmente cuando se emite desde una plataforma internacional como Univisión.

Petro, un hombre que ha construido toda su carrera sobre el poder de la palabra, parece estar convirtiéndose en prisionero de su propio léxico. Está atrapado en su relato, confundiendo la oratoria con la gobernanza y la retórica con la estrategia.

La entrevista deja una pregunta flotando en el aire: ¿Logrará el presidente que su lenguaje evolucione del impulso a la precisión? O, por el contrario, ¿serán sus propias metáforas las que terminen definiendo y limitando su legado? Porque, en el escenario global, un jefe de Estado no es juzgado por la belleza de sus símbolos, sino por la claridad de sus decisiones. Y en esta ocasión, la claridad brilló por su ausencia.

Creado Por
Helmuhd Luvin Moreno Guevara
Más KienyKe
Una mirada al papel decisivo de Jaime Lombana en la justicia colombiana, desde el litigio hasta la formación de opinión pública.
La medida afectaría a comercios que usan Nequi, Daviplata o Bre-B para recibir pagos.
Clara López, referente de la política colombiana, combina ética, conciencia social y liderazgo femenino para impulsar una Colombia más justa.
El precandidato al Senado Alí Bantú Ashanti habló de su salto político, su apoyo a Iván Cepeda, los retos del Pacto Histórico y la necesidad de un Congreso renovado.