El centro político amaneció con un dato alentador: según la Polimétrica más reciente de Cifras & Conceptos, el 45 % del electorado colombiano se identifica como de centro, superando con claridad a derecha e izquierda.
El resultado abre una ventana de oportunidad para un discurso moderado, pero también plantea una duda estructural: ¿puede ese capital social traducirse en poder político real?
Un mercado amplio para la moderación
En un país marcado por la polarización, el dato consolida al centro como la primera fuerza de identificación ideológica. Esto le otorga viabilidad a una narrativa de reformas graduales, estabilidad institucional y prudencia fiscal, valores que suelen perder espacio en contextos de confrontación.
La encuesta, ajustada a la nueva regulación de mediciones políticas, cuenta con márgenes y muestra ampliados, lo que refuerza su confiabilidad. Aun así, el dato es apenas el punto de partida: el electorado de centro existe, pero carece de un relato cohesivo y de estructuras capaces de convertir la intención en votos.
Sin bisagra de liderazgo
La reciente crisis dentro de la coalición ¡Ahora Colombia!, que reunía a Nuevo Liberalismo, Dignidad & Compromiso y Mira, evidenció las fracturas internas del bloque.
La salida de Alejandro Gaviria tras la posible designación del abogado Mauricio Gaona como cabeza de lista mostró que el centro aún no logra procesar el desacuerdo sin implosionar.
Incluso Mauricio Gaona desistió de la oferta, pero el daño en las estructuras del centro ya quedaron consagradas. Más allá de nombres, el problema es de método: el centro no cuenta con una regla común de decisión para resolver diferencias, distribuir costos ni escoger liderazgos. En ese vacío, cada ajuste se convierte en crisis, y cada crisis erosiona su principal activo simbólico: la sensatez.
Estructura y disciplina: el otro déficit
El 45 % de identificación no se traduce en votos automáticos. Requiere organización territorial, disciplina de listas y mecanismos de selección claros.
Mientras las colectividades tradicionales y los bloques de gobierno ya estructuran coaliciones, financiamiento y presencia regional, el centro sigue atrapado en debates internos.
El contraste es evidente. En el otro extremo del espectro político, el Partido de la U suspendió en tres meses a su presidente de la Cámara, Julián López Tenorio, tras promover “La Nueva U”. Más allá del debate, el gesto disciplinario mostró capacidad para hacer cumplir reglas, algo que las alianzas de centro aún no logran consolidar.
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Lo que tendría que pasar para que el 45 % cuente
Convertir la simpatía ideológica en proyecto político requeriría:
- Regla única de selección, acordada y auditable, para ordenar listas y candidaturas. Similar a la forma en la que el Pacto Histórico resolvió su leve inconveniente con quien encabezaba la lista.
- Programa mínimo común, con tres o cuatro ejes medibles: empleo, seguridad, salud y educación. Tal cómo la coalición de la Fuerza de las Regiones se unieron bajo un mismo programa.
- Presencia territorial coordinada, en municipios clave, con vocerías consistentes.
- Narrativa de gobierno, más centrada en ejecución que en contraste moral con los extremos.
Lectura final
El centro hoy tiene tamaño social, pero forma política incompleta. Si en los próximos meses logra estabilizar sus liderazgos y definir un método de acción, el 45 % podría transformarse en un piso electoral.
De lo contrario, quedará como una mayoría potencial que otros, más cohesionados, volverán a capitalizar.
