En un contexto donde el estrés crónico y los desequilibrios hormonales afectan cada vez a más mujeres, el yoga se posiciona como una alternativa natural, accesible y efectiva para recuperar el bienestar integral. Así lo explica Nataly Nusbaumer, instructora especializada en bienestar femenino, quien ha enfocado su trabajo en acompañar a mujeres en procesos de reconexión corporal y regulación hormonal.
“Muchas mujeres viven atrapadas en rutinas aceleradas que terminan alterando el estado de ánimo, el ciclo menstrual e incluso la fertilidad. El yoga ofrece un puente real para recuperar esa armonía interior”, señala la especialista.
¿Cómo actúa el yoga sobre el sistema hormonal?
La relación entre yoga y sistema endocrino se basa en un principio clave: cuando el cuerpo entra en un estado de calma, las hormonas comienzan a regularse de forma natural. A través de la respiración consciente, el movimiento suave y la reducción del estrés, el organismo recibe señales claras para equilibrar su producción hormonal.
Estudios recientes respaldan estos efectos, mostrando que la práctica regular de yoga puede:
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Reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés
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Mejorar la sensibilidad a la insulina
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Aliviar síntomas asociados al síndrome premenstrual y la menopausia
“El estrés mantiene el cortisol elevado, y cuando esta hormona se desregula, afecta a todo el sistema endocrino. El yoga activa el sistema nervioso parasimpático, que es el encargado de devolverle al cuerpo su equilibrio”, explica Nusbaumer.
Posturas de yoga clave para el equilibrio hormonal
Dentro del yoga enfocado en la salud hormonal femenina, existen posturas específicas que ayudan a estimular glándulas y órganos relacionados con el sistema endocrino. Entre las más recomendadas se encuentran:
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La mariposa (Baddha Konasana): favorece la apertura de la pelvis, estimula la circulación en los órganos reproductivos y ayuda a aliviar molestias premenstruales.
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La media cobra (Bhujangasana): activa las glándulas suprarrenales, fundamentales en la regulación del estrés y la producción de cortisol.
Lo más alentador, según la experta, es que no se necesitan años de práctica para notar resultados. Con tres o cuatro sesiones semanales, muchas mujeres experimentan en pocas semanas:
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Mayor energía
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Mejor calidad del sueño
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Disminución del estrés
En un periodo de dos a tres meses, algunas incluso reportan mayor regularidad en su ciclo menstrual y una mejor estabilidad emocional.
No todo el yoga es igual: una advertencia clave
Nusbaumer advierte que no todas las prácticas de yoga generan el mismo efecto. Rutinas demasiado intensas o sin acompañamiento adecuado pueden, en algunos casos, aumentar el estrés en lugar de reducirlo.
“Lo esencial no es la perfección en las posturas, sino la respiración, la escucha del cuerpo y la constancia”, enfatiza. El enfoque debe ser restaurativo y consciente, especialmente cuando el objetivo es el equilibrio hormonal.
Alimentación y yoga: una combinación poderosa
La especialista también resalta que el yoga funciona mejor cuando se acompaña de una alimentación equilibrada. Una dieta rica en:
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Vegetales
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Grasas saludables
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Alimentos frescos y naturales
Potencia los beneficios de la práctica y crea un entorno favorable para que el cuerpo recupere su balance hormonal de manera progresiva.
Yoga como medicina preventiva para la salud femenina
Desde la adolescencia hasta la menopausia, el yoga puede convertirse en una herramienta clave de autocuidado femenino. “Cada vez más profesionales de la salud lo recomiendan como complemento terapéutico. El yoga se consolidará como una forma de medicina preventiva”, afirma Nusbaumer.
Para quienes nunca han practicado, el mensaje es sencillo y alentador:
“No se trata de hacer posturas complejas. El primer paso es atreverse a empezar, reconectar con el cuerpo y regalarse un espacio de calma en medio de la rutina diaria”.
