Saray Robayo Bechara

Representante a la Cámara de Córdoba por el Partido de la U. Abogada de la Universidad del Sinú, especializada en derecho constitucional, integrante de la Comisión Tercera Constitucional Permanente, de la Comisión Legal de  Cuentas y la Comisión accidental para el seguimiento y control de la inversión de los proyectos estratégicos de la Región Caribe.

Saray Robayo Bechara

Los altos costos de la improvisación

Colombia viene atravesando una profunda inestabilidad institucional que está afectando tanto la gobernabilidad como la estabilidad fiscal y económica del país. En menos de dos años, el gobierno del presidente Gustavo Petro ha realizado más de 50 cambios en su gabinete, impidiendo la consolidación de políticas públicas coherentes y sostenibles.

La situación actual es aún más preocupante: el Ministerio de Hacienda y Crédito Público, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y la DIAN carecen de líderes en propiedad. El Ministerio de Hacienda ha tenido tres ministros y vamos por el cuarto. En el caso del Ministerio de Comercio, se han visto dos ministros y en este momento la cartera está en manos de una ministra encargada, que además debe responder por la Superintendencia de Industria y Comercio. Y finalmente, la DIAN, la entidad encargada de cumplir con las metas de recaudo, ha tenido dos directores en propiedad y ahora tiene un director encargado, de quien ni siquiera sabemos si continuará en esa entidad.

Pareciera que el presidente Petro no dimensiona la importancia de estas entidades en el diseño y ejecución de las políticas económicas y fiscales y que la falta de liderazgo genera un vacío de poder que alimenta la incertidumbre en los mercados y aleja a los inversionistas.

No es un cuento, las señales de alerta ya son evidentes. La agencia Fitch Ratings mantuvo la calificación de Colombia en BB+, pero cambió la perspectiva de estable a negativa, reflejando preocupaciones sobre la estabilidad económica del país. Esta revisión también afectó a empresas públicas como ISA y EPM, incrementando sus costos de financiamiento y afectando su capacidad de inversión.

A esto se suma el comportamiento reciente del dólar, que ha mostrado una tendencia al alza. Aunque el incremento ha sido sutil, vuelve a encender las alarmas ante el riesgo de una devaluación similar a la ocurrida en 2022, cuando el presidente Petro asumió el cargo y promovió su reforma tributaria. Hay que recordar que una moneda débil encarece las importaciones y puede aumentar la inflación, afectando directamente el bolsillo de todos los colombianos.

Otro dato preocupante es la caída de la inversión extranjera directa, la cual en 2024 disminuyó un 15,2%, totalizando US$14.234 millones, según el Banco de la República. Esta tendencia a la baja se ha mantenido en los últimos dos años, golpeando sectores claves como minería, petróleo y manufacturas.

Es claro que la ausencia de liderazgo en carteras estratégicas envía un mensaje de debilidad institucional a inversionistas, empresarios y ciudadanos. Sin claridad en las políticas económicas y fiscales, la confianza en la economía se erosiona, limitando el crecimiento y el desarrollo del país. Y esto inevitablemente tendrá repercusiones en el recaudo fiscal, porque hay que recordar  que el Estado no genera riqueza, solo recauda y distribuye para disminuir la igualdad. Es decir que si la economía no crece, los ingresos tributarios disminuyen, y con ellos, los recursos para inversión social.

Es urgente que el Gobierno nombre a los responsables de estas carteras con una hoja de ruta clara y confiable. Pero más allá de eso, es fundamental que los deje actuar y aunque no le guste sus decisiones debe recordar que lo más importante es la responsabilidad con el país de hoy y con el de los siguientes años. La estabilidad fiscal y económica  de Colombia no puede depender de la improvisación política. La confianza de los mercados y la atracción de la inversión extranjera son fundamentales para el desarrollo sostenible del país. 

La improvisación tiene un costo, y en este caso, lo estamos pagando todos.

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Saray Robayo Bechara
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