“No toda emoción intensa es amor; a veces es una herida disfrazada”
Armando Martí
Elegir repetidamente parejas que nos hieren emocionalmente no es simple casualidad ni mala suerte. Es, más bien, la manifestación de un patrón inconsciente que se repite hasta que logramos reconocerlo, sanarlo y transformarlo.
La causa principal del sufrimiento emocional es el “El Apego”, que es la necesidad básica de cercanía que todos experimentamos, pero que se puede convertir en obsesión y codependencia, una enfermedad que hace que sus víctimas terminen atrapadas en relaciones con personas emocionalmente inestables, inaccesibles, manipuladoras, narcisistas, frías o abusivas, sin entender, pese al dolor, por qué siguen regresando a ese tipo de vínculo destructivo.
El origen de una mala elección
Este comportamiento suele tener raíces profundas en la infancia, cuando aprendimos a relacionarnos desde la carencia, el miedo al abandono o la necesidad de aprobación. Si de niños fuimos invisibilizados, invalidados o emocionalmente descuidados, podríamos asociar el amor con el sufrimiento. Desde esa herida no sanada, nos vinculamos en la adultez buscando inconscientemente reparar lo que no fue resuelto, aunque ello implique repetir dinámicas dolorosas.
Además, el sistema de creencias, la baja autoestima y la necesidad afectiva mal canalizada pueden llevarnos a idealizar o justificar comportamientos dañinos, con tal de no sentirnos solos. Elegimos desde el vacío y no desde la plenitud.
Hacia un nuevo camino de libertad personal.
Hay también un componente cultural: muchas personas han crecido creyendo que el amor debe ser dramático, tormentoso o incluso sacrificado. Esta narrativa alimenta la idea de que el sufrimiento es parte inherente del vínculo amoroso. Se normaliza el dolor, se romantiza el maltrato, se soporta lo insoportable creyendo que “así es el amor verdadero”.
Por otro lado, las heridas emocionales no resueltas pueden funcionar como imanes energéticos que atraen precisamente a aquellas personas que activan nuestros traumas no sanados. Así, no elegimos con libertad, sino desde el condicionamiento psíquico.
Aprender a dejar de escoger parejas que nos dañan implica despertar una nueva conciencia afectiva. Se trata de hacer un proceso de introspección, fortalecimiento del amor propio y reprogramación de patrones mentales inconscientes. Solo así será posible abrirse a relaciones más sanas, maduras y recíprocas. Amar bien comienza con la decisión de no volver a traicionarnos eligiendo mal.
Metáfora para acceder al subconsciente: el viajero del dolor
Imagina que eres un viajero que siempre toma el mismo tren. Ese tren, aunque su diseño es familiar, su ruta ya conocida, y la estación de llegada parece ser la de siempre, en realidad te conduce a una ciudad oscura, llena de caos, abandono y dolor. Aun así, lo tomas una y otra vez, porque el andén te resulta cómodo y el silbido del tren suena igual al de tu infancia.
Pero un día, al despertar con la maleta del alma más liviana, te preguntas: ¿y si esta vez tomara otro tren? Uno cuyo destino no sea predecible, pero que huele a respeto, a cariño recíproco, a calma interior. Sabes que es un riesgo, porque implica quedarte un momento más en la estación, observar tus heridas y no dejarte llevar por la inercia del dolor conocido.
La metáfora del tren simboliza el patrón inconsciente de elección afectiva. Muchas veces no elegimos desde el presente, sino desde el pasado. Nos montamos a trenes que reproducen vínculos antiguos. No por amor, sino por lealtad al trauma.
Pero cada ser humano tiene la capacidad de bajarse en una estación nueva. De renunciar a la ruta que lleva al mismo dolor. De elegir, desde la conciencia, un destino distinto. El primer paso es notar el patrón. El segundo, reescribir el guion para desde la orilla de la dignidad y el amor propio nos liberemos de la cárcel emocional en que nos encontrábamos.
Guías terapéuticas para superar dolores emocionales
- Haz una revisión amorosa de tu historia afectiva.
- Identifica patrones repetitivos en tus relaciones.
- Reconoce qué necesidades emocionales no resueltas activan esos vínculos.
- Trabaja tu autoestima con ayuda terapéutica si es necesario.
- Rodéate de personas que te eleven y te reflejen lo que vales.
- Visualiza con frecuencia la escena en la que eliges desde el amor propio.
Recuerda: no necesitas a alguien que te complete, sino que te acompañe. Dejar de escoger parejas que nos hacen daño no es cerrar el corazón, es abrir los ojos del alma.
