Cinco años después: reflexiones sobre la pandemia que cambio al mundo

Mié, 12/03/2025 - 14:01
Más allá del miedo y la incertidumbre, la pandemia nos dejó profundas lecciones interiores sobre la resiliencia, la conexión humana y el valor de lo esencial.
Créditos:
Michael Baron

Hace cinco años, el mundo enfrentó una crisis sin precedentes. La pandemia de la COVID-19, no sólo puso a prueba los sistemas de salud y la economía global, sino también, nuestras emociones, relaciones y formas de vida. Más allá del miedo y la incertidumbre, esta experiencia nos dejó profundas lecciones interiores sobre la resiliencia, la conexión humana y el valor de lo esencial.

En aquel momento, escribí “Las lecciones interiores del coronavirus”, un artículo publicado en la sección “Konciencia” de Kienyke.com (junio/21/2020) que exploraba el impacto de la pandemia en nuestra vida interior. Hoy, al recordar aquella difícil e inimaginable época, es oportuno revisitar esas reflexiones y preguntarnos: ¿qué hemos aprendido realmente?

Las lecciones interiores del coronavirus

Desde hace más de tres meses, los colombianos nos hemos visto enfrentados a una situación de emergencia sanitaria jamás imaginada como consecuencia de la COVID – 19. La sociedad en la que antes vivíamos se está diluyendo y por fortuna, nos estamos dando cuenta de que muchas de las prioridades que creíamos eran elegidas por nosotros o impuestas por la “Matrix” del consumo, ahora están siendo cuestionadas y reevaluadas. Entre ellas el estatus social, el confort, los lujos, las altas metas económicas, el poder social y el espejismo de aliviar la insoportable ansiedad de la existencia diaria a través de las tarjetas de crédito, que de forma desbordada nos impulsaban a comprar para “sentirnos bien” con nosotros mismos.

Así resistimos a los duros efectos de este “shock” intentando construir otra “rápida” opción de sobrevivencia que nos convierte en consumidores de tendencias instantáneas hacia la autoayuda, el bienestar emocional y la espiritualidad. Sin embargo, continuamos cometiendo el antiguo error de seguir buscando afuera las soluciones a los problemas para evadir el proceso de conocernos a nosotros mismos, lo cual nos llevaría a entender esos impulsos inconscientes por entregar nuestro tiempo, felicidad, afecto y calidad de vida a los innumerables y casi siempre inútiles distractores del mundo. 

En realidad, ninguna solución por mágica que parezca nos podría ayudar en este difícil momento, en donde necesitamos crecer hacia una madurez emocional y espiritual que nos permita darle prioridad al valor y al respeto por la vida para aumentar nuestra capacidad de apoyo, solidaridad y servicio a los demás. 

Actualmente, en la “nueva normalidad”, debemos adaptarnos a trabajar y producir recursos económicos de una manera diferente, ahorrando y planificando con mucho cuidado cualquier gasto innecesario. Para lograrlo, es preciso reinventarnos hacia una cotidianidad más sencilla y menos compleja, pues el tiempo que conocíamos y que de alguna manera nos mantenía esclavizados en un reino de producción y consumo, se “detuvo” de forma misteriosa con el fin de evitar una tragedia peor de la que estamos viviendo y así poder despertar nuestra conciencia hacia otro entorno mucho más beneficioso.

Este brusco, pero necesario cambio de hábitos nos está ayudando a mejorar la calidad de vida al ejercitar los valores de la paciencia, la compasión y la tolerancia con el propósito de convivir con nuestra pareja, hijos y familiares durante 24 horas, buscando formas creativas para pasar las horas leyendo, escuchando música, escribiendo, cocinando y adquiriendo nuevas habilidades a través de cursos y tutoriales virtuales. 

Otro reto para nuestra mente perfeccionista es el de vivir en la incertidumbre de no saber cuándo pasará esta pandemia, debido a que nos genera mucha ansiedad y angustia, al ver y escuchar tantas noticias desesperanzadoras del número de infectados y fallecidos en nuestro país y en el mundo. Ante este panorama de gran frustración, uno de los caminos es reconocer que debemos aprender a responsabilizarnos principalmente de nuestra salud física y mental para convivir con las emociones que se pueden desbordar por momentos, pero también se pueden controlar al asumir sobriamente esta inesperada situación planetaria.

Nuevas reflexiones sobre la COVID - 19

Cinco años después: reflexiones sobre la pandemia que cambio al mundo
Créditos:
Subhasish Dutta

El resultado de aceptar nuestra fragilidad humana al no poder controlar esta emergencia de salubridad que nos tiene sumidos en el miedo ante la posibilidad de experimentar la enfermedad, el dolor y la muerte, es el de iniciar desde la humildad nuestro viaje interior para renacer hacia una conciencia colectiva con el fin de debilitar el egoísmo social en que vivíamos y el cual distorsionaba el valor de la solidaridad humana. 

Sin duda, como muchos colombianos me encuentro limitado en varios sentidos y me doy cuenta de que resignificar el amor por la vida es lo que me habilita el sano temor para evitar el contagio del coronavirus. Cosa que desafortunadamente no está sucediendo con muchas personas por demás inconscientes y altamente irresponsables, quienes no se toman en serio las medidas y los protocolos de bioseguridad, poniendo en peligro la vida de los demás. Recordemos que esta tragedia planetaria la estamos viviendo todos juntos por primera vez en la historia de la humanidad, y de nosotros depende que la existencia nos dé una segunda oportunidad de redención. 

Las metáforas que me enseñó la pandemia

 Después de reflexionar los efectos de esta devastadora pandemia quise usar el recurso de la metáfora con el fin de ampliar las lecciones interiores que nos ayudaron a superarlas. Recordemos que la metáfora es una asociación que comparte alguna similitud, es decir, traslada el significado de un concepto a otro haciendo uso de la imaginación para que el mensaje se entienda y genere un insight (descubrimiento interior) en quien lo lee o escucha.

1. El superhéroe de papel: la negación es un mecanismo de defensa que consiste en fingir la capacidad para enfrentar los conflictos, pero desconociendo su existencia. La persona que huye del dolor de la realidad quiere anestesiar su vida a través del alcohol, las drogas, el sexo, la comida, el exceso de trabajo o cualquier distractor externo asumiendo el papel de un superhéroe, por demás imprudente, al creer que no se va a contagiar de la COVID – 19. 

Prefiere mostrar la fortaleza de un “tigre de papel” y sugestionarse en que nada le va a pasar, sin confrontar qué lecciones debe aprender de la existencia y anulando en su alma la posibilidad de superar este desafío, poniendo en peligro su propia vida y la de los demás. 

2. La hormiga negra: los sentimientos de abatimiento, infelicidad y culpabilidad provocan en nosotros una incapacidad total o parcial para equilibrarnos y mantenernos lúcidos durante las crisis, haciéndonos sentir como una “hormiga negra, en una piedra negra, en una noche negra”. Si elijo esta actitud, puedo entrar en estados de depresión, obsesión y pérdida del sentido de la vida. 

El cerebro obedece los pensamientos que pueden ser sanadores y positivos, o, por el contrario, destructivos y pesimistas. Las emociones son temporales, pero si nuestra mente es obstinada lograremos que estas ideas nos dominen, produciéndonos una frustración continua y un sufrimiento innecesario. 

3. El hombre que no corre: la persona que de forma inteligente y práctica aprende a vivir en el presente sin que lo afecte exageradamente el futuro, ya no necesita huir de sí mismo y entiende que su propia sombra siempre lo acompaña sin luchar contra ella. Ha iniciado por fin su temido viaje interior para identificar y superar algunos de sus sentimientos más tóxicos tales como la ansiedad, la prisa, la codicia, la ambición, la envidia y el resentimiento. Estas emociones no le causan dolor ni sufrimiento, pues ahora las entiende como entiende su misión en la vida. Por eso, hace las cosas con calma y mantiene su vida simple orientada hacia la esperanza y el buen juicio. 

Finalmente, recordemos siempre dar gracias por la vida, la salud y el oxígeno que hoy libremente respiramos, descubriendo que entre más agradecidos seamos con la existencia, nuestro sistema inmunológico se fortalecerá para combatir el contagio del coronavirus y si se contagia, tiene recursos interiores potencializados para resistirlo, erradicarlo y quedar inmunizado. 

El hombre quieto aprovecha hasta el último instante de su vida para despertar a la conciencia y estar presente consigo mismo en cada momento, intentando conectarse desde su esencia con todo el universo. En el fondo tiene la certeza de que está siendo guiado en esta difícil época de su vida. De ahí que, mantener la paz, afinar la intuición y escuchar nuestra voz interior, son las herramientas para alcanzar las metas que no es solamente sobrevivir a la pandemia, sino también aprender a vivir de forma plena.

Creado Por
Armando Martí
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