
No le temo a mi otoño.
Al contrario, lo abrazo con gratitud.
He vivido intensamente,
y he aprendido a contemplar el mundo desde el alma.
No me asustan los surcos de mi piel,
ni el cabello encanecido como espuma de luna.
He aprendido a amar la lentitud,
esa que me permite ver más de cerca la vida,
gozar de los momentos sin afán,
sin expectativas, sin destino.
No temo a la soledad,
porque la hice mi amiga en mis noches oscuras del alma.
Bendita soledad que me dio refugio… me devolvió la voz,
y me mostró el valor de estar conmigo.
Pero, a veces sólo a veces, me ronda un nostálgico suspiro,
una brisa melancólica:
el temor de no ser comprendido,
de convertirme en sombra que pesa, que ya no inspira.
No quiero ser una obligación para nadie,
ni un deber disfrazado de cariño.
Deseo ser aún viento,
aún aroma, aún palabra.
Ser elegido como compañía y no como
una cárcel emocional.
Quiero que esta etapa sea
un café con aroma a recuerdos,
una acuarela que espera su última pincelada,
un libro que aún guarda sorpresas entre líneas.
Escuche 'La última estación del amor', en la voz de Armando Martí:
No renuncio a la ternura ni a la complicidad.
Caminaré sereno,
hacia un amor que no se mide por promesas,
sino por la hondura de dos almas que se reconocen.
Desde joven,
las mujeres han sido mi inspiración y mis maestras.
No podría ser feliz sin su presencia,
sin las vibraciones de la energía sutil de lo femenino.
Así como Picasso tuvo su musa en Jaqueline Dalí su Gala
y Leonardo en la Gioconda,
también yo he amado en cada mujer un puente, un misterio.
Y nunca dejarán de deleitarme y asombrarme.
Es por eso que, ya próximo a mi invierno
los recuerdos de tantas
primaveras y veranos compartidos,
mantienen encendida en mi interior nuevas fuerzas
que me hacen renacer.
He aprendido a vivir en el presente,
sin detener el reloj ni nombrar el destino.
Nada se posee,
la felicidad está en soltar y dejar fluir.
Hoy amo sin perseguirte,
te dejo ir y volver cuando quieras.
Pues sé que aquí, en este nido atemporal,
nos seguiremos amando en cada beso,
abrazo y entrega.
Solo cuando abres tus brazos
sin temor a las experiencias que puedan suceder,
es cuando descubres la alegría de elegir sin condiciones.
Mi lindo amor siempre desearé que te pasen solo cosas buenas en tu camino, incluso si no lo recorres conmigo.
Soy libre en la medida en que te dejo serlo.
El amor verdadero no posee,
no reclama ni amenaza.
No tiene reglas, ni condiciones.
No es para analizarlo…
eso es de necios y soberbios.
El amor es para gozarlo,
experimentarlo, entregarse sin miedo y sin medida.
Eso es amar:
amar sin condiciones,
sin estaciones.
Y en este último ciclo de mi cuerpo y de mi alma ,
Descubro que el auténtico Amor no exige,
solo es.
No engaña si es auténtico
No duele pues está libre de ilusiones
El Amor es valiente realista y sin máscaras
Y eso nos sana y
nos transforma.
Porque el amor no se encierra en un calendario,
ni se mide por promesas juradas al viento.
El amor se respira,
se honra,
se agradece.
Es presencia en la ausencia,
compañía en el silencio,
luz encendida, aunque no estemos tomados de la mano.
El amor no teme al adiós,
porque sabe que lo verdadero no se despide,
solo cambia de forma.
Quizá seas brisa,
quizá recuerdo,
quizá la voz que me acompaña cuando el mundo calla.
En esta estación de otoño …
Te dejo libre,
porque yo también soy libre.
Te dejo ser,
porque sólo en tu vuelo puedo amarte sin cadenas.
Y si un día decides volver,
te recibiré sin preguntas,
sin reproches,
con el corazón dispuesto a comprender …
Desde un nuevo acuerdo: “yo no te juzgo y tú no me juzgas “
El amor que he aprendido
ya no necesita de ninguna condición, solo celebrar.
Y mientras el Universo me regale más días de vida …
seguiré amando
con la serenidad de quien ya no busca,
porque ha encontrado su verdadera esencia.
Siento que estoy llegando a esta última estación del amor …
Y ya puedo decidir de forma consciente,
dejar este cuerpo junto con sus emociones, pensamientos,
acciones, errores y aciertos en manos de un Poder Superior a mí mismo,
que desde siempre me ha amado sin condiciones …
De un tiempo para acá, en algunas noches y antes de dormirme,
siento que una voz cálida, me susurra suavemente a mi oído:
¡No temas, cálmate, el regreso a tu verdadero hogar está en la próxima estación!