La noche del 19 de noviembre, el presidente Gustavo Petro habló al país para explicar las circunstancias de un operativo militar que terminó con la muerte de varios menores de edad. Lo hizo con un tono sobrio, lamentando la pérdida de vidas y poniendo en contexto la decisión que tomó en medio de una situación que describió como de riesgo extremo para las tropas.
Según su relato, veinte militares fueron emboscados por un grupo ilegal compuesto por un número muy superior de hombres armados, entre 120 y 150, de acuerdo con los reportes recibidos por el Gobierno. El presidente explicó que la operación aérea se autorizó en ese momento porque la unidad estaba siendo atacada, rodeada y en evidente desventaja táctica. Fue, según él, una decisión tomada bajo la presión de un enfrentamiento en curso.
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La parte más delicada de la alocución llegó cuando confirmó que entre los fallecidos había menores de edad. Petro explicó que, de acuerdo con los informes de inteligencia, esos menores estaban reclutados por el grupo armado, habían recibido entrenamiento y portaban armas al momento del ataque. Sostuvo que participaban directamente de la acción ilegal contra los militares y que esa condición los ubicaba dentro del accionar del grupo.
El presidente no expresó dudas sobre la decisión tomada. La presentó como una respuesta operativa necesaria para proteger a los uniformados en terreno. Lamentó las muertes, incluida la de los menores, y subrayó la gravedad de que grupos ilegales continúen incorporando niños y adolescentes en sus estructuras.
Lo ocurrido vuelve a poner al país frente a una realidad dolorosa y compleja: el uso de menores como combatientes y los riesgos extremos que enfrentan las Fuerzas Militares en zonas donde estos grupos ejercen control. La alocución buscó explicar el contexto y reafirmar la decisión tomada, sin dejar espacio para interpretaciones distintas a la que el propio presidente expuso.
El país queda ahora con los hechos narrados desde la versión oficial y con una certeza que trasciende cualquier lectura: la tragedia que implica que menores continúen siendo reclutados, armados y expuestos a escenarios de guerra que no deberían tocar ninguna infancia.
