Durante años, el lunes ha cargado con la fama de ser el villano de la semana. Es el día que marca el fin del descanso, el regreso de los correos pendientes y el sonido más temido: el del despertador. Sin embargo, la ciencia tiene otros datos. Según un estudio de la London School of Economics (LSE), el verdadero “peor día de la semana” es, en realidad, el martes.
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El martes, ese limbo sin glamour
El hallazgo proviene del proyecto Mappiness, una investigación que analizó las emociones de más de 22,000 personas durante meses. A través de una app, los participantes recibían notificaciones diarias en sus teléfonos preguntándoles cómo se sentían, qué estaban haciendo y con quién estaban en ese momento. El resultado fue contundente: el martes es el día con los niveles más bajos de felicidad.
El investigador George MacKerron, autor del estudio, explicó el fenómeno con precisión quirúrgica:
El lunes todavía se siente el eco del fin de semana. Pero el martes ya no queda ni rastro. Ya eres plenamente consciente de que estás atrapado en una semana de trabajo, y el próximo fin de semana está terriblemente lejos
En otras palabras, el martes es el momento exacto en el que el entusiasmo se evapora, las tareas se acumulan y el viernes parece un espejismo lejano.
Domingo: el falso culpable
Si bien el domingo genera una mezcla de placer y ansiedad —ese sabor agridulce entre la siesta y la melancolía por el lunes—, los expertos coinciden en que todavía conserva cierto encanto: dormir sin alarma, compartir en familia o disfrutar de películas de sobremesa que solo se ven ese día.
El domingo es como el final de las vacaciones: mentalmente ya estás de regreso al trabajo, pero físicamente aún llevas pantuflas.
Lunes: el injustamente odiado
Por su parte, el lunes, aunque tiene mala reputación, no es tan terrible como parece. Todavía persiste la energía del fin de semana, y para algunos incluso representa una nueva oportunidad para comenzar con buen pie. El problema llega 24 horas después, cuando el martes arrastra de golpe toda la rutina, el cansancio y la distancia infinita que queda hasta el descanso siguiente.
Cómo sobrevivir al martes (y al resto de la semana)
Afortunadamente, no todo está perdido. Según la psicóloga sanitaria María Cordón, el malestar que sentimos a mitad de semana no es inevitable, sino una consecuencia de cómo organizamos nuestra vida:
Procrastinamos el placer de lunes a viernes, como si solo existiera durante el fin de semana. El problema es que eso nos hace vivir en modo automático y asociar los días laborales con sufrimiento
La experta sugiere pequeñas estrategias para reconectar con el presente y no dejar que el martes (ni ningún día) se convierta en una pesadilla:
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Introducir momentos de disfrute en la rutina diaria, por pequeños que sean.
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Romper con la idea de que el descanso o la felicidad solo se merecen el fin de semana.
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Aceptar que la productividad no define el valor personal.
Porque, en el fondo, quizás el secreto no sea sobrevivir al martes, sino dejar de vivir la semana como si solo el sábado mereciera ser vivido.
