Yuri Buenaventura: de tocar en el metro de París al éxito mundial

Sáb, 11/10/2025 - 08:00
El maestro Yuri Buenaventura regresa a Bogotá para presentar “Ámame”, un homenaje a sus 30 años de carrera y a los ritmos del Pacífico colombiano.
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En el corazón del Pacífico colombiano, en una pequeña franja de tierra llamada isla de Cascajal, nació Yuri Buenaventura, uno de los mayores embajadores de la salsa en el mundo. “Nací por partera, mientras los vecinos tocaban tambores y hacían un arrullo”, recuerda con esa voz pausada que lleva el eco de los tambores de su tierra.

“Desde niño —dice— nací con los tambores. Todo mi entorno era música. Los curunos, los arrullos, los sonidos de la comunidad afrodescendiente del Pacífico marcaron mi personalidad. Yo soy étnicamente negro, y mi música también lo es. Es una música negra del Pacífico”.

Aquella primera sinfonía de tambores fue el preludio de una vida marcada por el ritmo, la migración y el arte como resistencia.

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El salto a París: del bongó en el metro a los escenarios del mundo

Con apenas 18 años, Yuri empacó su tambor y su esperanza y voló hacia París en 1988. “Cuando uno está joven, esas aventuras no son difíciles. Uno tiene la fuerza de la juventud y las ganas de llegar”, cuenta.

Su historia parece un guion de cine: estudiaba economía en la Sorbona y, al mismo tiempo, tocaba el bongó en los metros y terrazas parisinas para poder sobrevivir. Pero entre notas y monedas, su destino empezó a cambiar. “Le fui cogiendo más cariño a la música que a la economía. Pasaba más tiempo tocando que estudiando. Al final dije: no, yo soy músico. Y gracias a Dios, la música me abrió el camino”.

Y fue precisamente un sueño el que confirmó su destino. “Vi un ser que bajaba del cielo y me entregaba un bongó. Yo le dije: ‘¿Y qué voy a hacer con esto?’. Me respondió: ‘Hombre de poca fe’. Desde ese día supe que me dedicaría a la música”.

De la salsa en francés al reconocimiento internacional

En 1995, Yuri Buenaventura rompió esquemas: decidió hacer salsa en francés, un experimento sonoro que unió la cadencia afrocaribeña con la lengua de Baudelaire. “La acogida fue maravillosa, sobre todo en los países francófonos de África y el Caribe: Senegal, Malí, Marruecos, Martinica, Guadalupe… Pudimos llevar nuestra música colombiana a esos territorios y se dio un encuentro intercultural muy hermoso”.

Tres décadas después, esa mezcla cultural se mantiene viva. Yuri no solo ha conquistado escenarios europeos, sino que también ha recibido reconocimientos como el título de Caballero de las Artes y la Medalla del Congreso francés, sin dejar de lado sus raíces.

“Yo nunca he solicitado la nacionalidad francesa. Soy 100% colombiano. Amo a mi país y vengo cada dos o tres meses. Francia me enseñó mucho sobre derechos humanos y derechos de autor, pero Colombia me enseña la alegría, la solidaridad y las ganas de hacer las cosas bien”.

“Si no hay alma, no hay vida”

Detrás del artista hay un hombre profundamente espiritual. Su fe lo acompaña en cada presentación. “Antes de cada concierto le agradezco a Dios por la vida. Un concierto es algo inmaterial que sucede en ese instante. Pueden haber errores, pero gracias a Dios eso nunca me pasa”, dice sonriendo.

Para él, el alma está en la respiración. “Soy cantante, trabajo con los pulmones. Cada vez que respiramos, Dios nos presta la vida. Y yo canto para agradecerle”.

Quizás por eso, cuando canta, su voz suena como una oración. Durante la entrevista, improvisa un fragmento de su nuevo tema “Ámame”, una balada de salsa que combina sensualidad y melancolía.

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“Ámame”: un nuevo capítulo de amor y ritmo

Su nuevo álbum, “Ámame”, ya está disponible, aunque Yuri confiesa que Colombia será el primer país donde lo presentará oficialmente. “Este disco recopila 30 años de trabajo. En el Teatro Colsubsidio, el 7 y 8 de noviembre, haré un recorrido por toda mi trayectoria y cantaré algunas canciones nuevas. Quiero compartir ese amor que tenemos por la salsa”.

El éxito de su regreso ha sido rotundo: la primera función se agotó en cuatro días, y se abrió una segunda fecha. “Agradezco profundamente a la audiencia de Bogotá, a mi equipo y a los medios que nos ayudan a difundir esta manera de ver la música y nuestra cultura”.

Entre dos mundos, pero con un solo corazón

A pesar de su vida entre Europa y América, Yuri sigue siendo ese niño que nació entre arrullos y tambores. “Colombia es mi madre y Francia es mi madrastra”, dice, resumiendo en una metáfora su dualidad.

Treinta y cinco años después de haber tocado su bongó en el metro, Yuri Buenaventura sigue llevando el ritmo del Pacífico al mundo, con una voz que no olvida su raíz ni su fe.

Porque para él, la música es más que una carrera: es una forma de respirar, de creer y de recordar que sin alma, no hay vida.

Creado Por
Valerie Michelle Skinner Parra
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