Beatriz Serrano: escribir desde la herida sin dejar de reírse de todo

Mar, 06/05/2025 - 15:03
Kienyke.com conversó con la autora española durante su primera visita a la Feria Internacional del Libro de Bogotá.
Créditos:
Kienyke.com

Beatriz Serrano no pretende ser un ícono generacional, pero lo es. Con una voz literaria que mezcla crudeza emocional, humor negro y una mirada ferozmente lúcida sobre la realidad, esta escritora y periodista española se ha convertido en una de las autoras más resonantes entre los lectores que sienten que el mundo les prometió demasiado y les dio demasiado poco.

En entrevista con Kienyke, la escritora que se convirtió en la ganadora del Premio Planeta 2024 habló sobre su proceso creativo, su relación con la literatura y los temas que atraviesan sus dos novelas: El descontento y Fuego en la garganta.

La historia de Serrano con los libros comenzó desde niña, de hecho a los ocho años ganó un certamen literario en el ayuntamiento de su pueblo "Yo siempre recuerdo en mi vida haber estado escribiendo y de hecho, la razón por la que escogí periodismo fue porque no tenía claro, diciéndolo como con voz de niña qué quería ser de mayor, pero sí que tenía claro que quería escribir, que me gustaba mucho escribir"

Beatriz, escribía sus propios relatos breves, sus ficciones: "lo que en Francia se llama como nouvelle, que son como novelitas muy cortas", me cuenta. Esa curiosidad temprana fue alimentando una sensibilidad que con los años se convertiría en la habilidad de ser una autora publicada.

Pero no fue un camino lineal. Aunque trabajó durante años como periodista en revistas como Vanity Fair y Glamour, confiesa que la ficción fue siempre su lugar de escape y también de análisis, aunque se resistía a ocupar el lugar de “escritora” con todas las letras por culpa de inseguridades de las que han sido víctimas tantas otras grandes literatas a quienes les a costado nombrarse así por parecer arrogantes. 

"Las escritoras, y te estoy hablando de escritoras buenísimas, todas hablamos de esto, hablamos de nuestra inseguridad, de nuestros miedos. Hablamos de lo que nos produce ver, vernos a veces en entrevistas.  De lo inseguras que estamos con nuestra propia historia, de esos bloqueos que tenemos, de la sensación de no sentirnos nunca parte de algo más grande, como si estuviésemos sentadas en la mesa de los niños de la literatura o algo así". 

Escribir desde la incomodidad

Lo que define a sus personajes —y a su propia voz narrativa— es una profunda conciencia de estar desacomodados en el mundo.

Tanto El descontento como Fuego en la garganta abordan heridas abiertas: la precariedad laboral, la ansiedad, el abandono, las maternidades rotas, los silencios familiares. Pero lejos de victimizar a sus protagonistas, Serrano las hace hablar con ironía y agudeza. Escribe desde la herida pero no necesariamente desde el drama y para ello usa la ironía que parece a todas luces una forma de resistencia.

Esa elección estilística permite que sus obras se sientan cercanas y brutales al mismo tiempo: una especie de abrazo incómodo que deja pensando, como nos sucedió a muchos con su primer libro publicado.

En El descontento, su debut literario, la protagonista es una mujer millennial que intenta sostenerse a flote entre empleos inestables, relaciones confusas y una salud mental cada vez más frágil. Es un retrato certero de una generación agotada, donde la autoexplotación se disfraza de pasión y la felicidad se mide por métricas digitales.

Infancia, abandono y fuego

En su segunda novela, Fuego en la garganta, la autora retrocede a la infancia para narrar la historia de Blanca, una niña con un poder que es abandonada por su madre. El libro es una exploración cruda y empática de las relaciones humanas, de las maternidades disidentes y más feministas, de las amistades que maternan y los padres que se enfrentan a sostener vínculos incluso en espacios en donde los silencios se hacen largos, pues las palabras duelen y no salen.

"Yo siempre hablo de una cosa que es este trajecito de mujer que parece estar en una sola talla. Es talla única y a muchas mujeres estas costuras les aprietan muchísimo y no se sienten cómodas dentro de el. Este es el caso de la madre de Blanca, una mujer que es expansiva, es mucho más grande de lo que la vida le tiene marcado que tiene que ser ella". 

Es así como Beatriz retrata con esta historia a madres que se van. No a madres heroicas, o sacrificadas, sino aquellas que un día se cansan o no pueden más. Una herida que le deja a una niña y que a ella le interesó contar.

"A mí me marcó mucho una frase que leí cuando estaba construyendo ese personaje. Leí un ensayo que se llama Las abandonadoras de Begoña Gómez Urzaiz  y había una frase que me marcó, que era:  "Un hombre se va una mujer, abandona",  y retrata o te cuenta la historia de muchísimas mujeres donde el punto del abandono de sus hijos", dice la autora sobre como evitó el melodrama o la redención para presentar una historia compleja, incómoda que da espacio a la ternura, pero sin concesiones.

La construcción de personajes

Cuando le pregunto que hay detrás de la construcción de sus personajes, mayoritariamente femeninos me cuenta que prefiere retratar aquellos rasgos más humanos, más honestos:

"También me interesa mucho que por lo general estas mujeres abandonadoras nunca les han permitido explicarse porque lo que hacen es tan malo que es como si ni siquiera quieren oír las razones por las que hacen algo así... Jugar muchísimo con el prejuicio, enfrentarnos a nuestro propio prejuicio". 

Ese enfoque se traduce en protagonistas que se equivocan, que son contradictorias, que no buscan agradar. Y en esa honestidad, muchas lectoras y lectores se ven reflejados.

“Yo escribo novela contemporánea y escribo novela que trato que sea realista, que observe la realidad en la que vivimos. Entonces con esto te quiero decir que no hay héroes y villanos en mis historias... Estamos hablando de personas reales que en determinados momentos [...] actúan de una forma o de otra.”

El oficio de escribir

A pesar del reconocimiento creciente, Serrano no idealiza el oficio de escritora, dice que este oficio tan solitario, resulta muchas veces también angustioso:

"Escribir es una actividad muy solitaria y cuando la lanzas al mundo siempre da muchísimo vértigo porque pasas de algo muy íntimo a algo que se vuelve público de la noche a la mañana". 

Sin embargo Serrano dice como ha aprendido a reconciliarse de un modo u otro con esa sensación: "Tienes que volver a centrarte en ti misma y en lo que a ti te preocupa y dejar de pensar en un público o en no sé, en todo eso que al final cuando estás escribiendo da igual... Lo único que diría es que a todas nos pasa y que hay que romper eso o que no sé, podemos convivir con ellas. ¿Quizás verlo como algo que también es bueno en el sentido de quizás no estar segura de tu trabajo, te ayuda a no escribir mierdas, ¿no? porque tratas de mejorar en todo momento. Eso puede servir como impulso para tratar de sentirte más cómoda en tu propia piel. A todas nos pasa y supongo que no pasa nada, aquí estamos". 

Literatura como espejo y espejo roto

Las novelas de Beatriz Serrano funcionan como espejos rotos: reflejan una realidad emocional que muchos reconocen pero pocos se atreven a nombrar en voz alta. En sus páginas, el sufrimiento, la rabia, el miedo y el desarraigo encuentran formas de expresarse sin pudor, pero también sin solemnidad.

Serrano no da respuestas, pero sí preguntas necesarias. ¿Qué significa ser adulto en un mundo que no te ofrece certezas? ¿Cómo se vive con una tristeza que no desaparece? ¿Qué hacemos con las expectativas que nos impusieron y nunca cumplimos?

En tiempos de narrativas limpias y felices, Beatriz Serrano apuesta por mostrar otros lados delas historias, hablando de lo sucio, lo roto y lo incómodo, sin perder nunca el sentido del humor, un poco de magia como sucede con Blanca, la niña que transforman sus sentimientos en enfermedad o milagro curativo para otros.

Creado Por
Ana Prada
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