
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, ha sido nominado al Premio Nobel de la Paz 2025 por líderes de distintos países. El primer ministro de Camboya, Hun Manet, lo propuso por mediar en un conflicto fronterizo con Tailandia. También lo hicieron el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, y el presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, citando acuerdos diplomáticos recientes.
Uno de esos acuerdos fue anunciado el 8 de agosto en la Casa Blanca: un pacto entre Armenia y Azerbaiyán para poner fin a décadas de hostilidades en Nagorno Karabaj. Ese documento se sumó a los argumentos para su postulación.
Pero la realidad es que Trump ha construido su carrera política sobre la confrontación: discursos incendiarios, enfrentamientos con aliados y rivales, y un estilo que rara vez encaja con la imagen de un pacificador. Que su nombre figure entre los candidatos al Nobel de la Paz, en pleno año electoral, refleja no solo su habilidad para generar titulares, sino también cómo la paz, en el tablero global, a veces se negocia con los más peleoneros.