
En un mundo acostumbrado a ver hombres al frente del poder deportivo, una mujer africana rompió el molde. Kirsty Coventry, nacida en Harare, Zimbabue, es desde hoy la primera mujer presidenta del Comité Olímpico Internacional (COI), una institución con 131 años de historia donde hasta ahora ninguna mujer había ocupado el más alto cargo.
Coventry no solo es símbolo de excelencia deportiva —con siete medallas olímpicas en su carrera como nadadora—, sino de determinación y liderazgo. En un país marcado por crisis políticas y sociales, ella ha representado disciplina, orgullo y progreso. Su historia es la de una mujer que ha sabido nadar contra la corriente: primera gran campeona olímpica africana en natación, primera mujer blanca en el gabinete del presidente Mnangagwa en Zimbabue y ahora, la primera mujer al frente del olimpismo mundial.
La elección se dio en la 144ª sesión del COI en Grecia, donde Coventry arrasó en la primera vuelta con 49 de los 97 votos. Superó a figuras como Sebastian Coe y Juan Antonio Samaranch Jr., dos hombres que parecían tener la presidencia en la mano. Pero el mundo —y el olimpismo— está cambiando.
Su llegada al poder no es solo un hito feminista y geopolítico; es una oportunidad de renovación para una institución que necesita romper con viejas estructuras. Coventry deberá enfrentar temas espinosos: desde la participación de atletas rusos y bielorrusos, hasta la inclusión de deportistas transgénero y la presión creciente por la sostenibilidad de los Juegos Olímpicos. También tendrá que demostrar que el liderazgo no depende de dónde vienes, sino hacia dónde eres capaz de llevar al mundo.
Coventry no llega a improvisar. Su experiencia como ministra de Deportes, Artes y Recreación en Zimbabue le ha enseñado a lidiar con gobiernos complejos, carencias estructurales y grandes expectativas. Su visión incluye democratizar el olimpismo y descentralizar las decisiones, abriendo espacios para regiones del mundo que durante décadas solo han sido invitadas a la fiesta, pero nunca a la mesa de decisiones.
En una época donde las mujeres siguen enfrentando techos de cristal, Kirsty Coventry lo rompió a nado, con fuerza, carácter y talento. Ella representa a todas esas mujeres que trabajan el doble para ser escuchadas la mitad.
El COI, por fin, tiene una mujer al frente. El mundo la estará mirando. Y tal vez, en su liderazgo, encontremos la lección de que la grandeza no reside en el poder, sino en la capacidad de inspirar a otros a ser mejores.