En medio del aturdimiento por el terror y la violencia de las últimas horas, en donde alcancé a estar sobrecogido y casi paralizado por la congoja, el dolor y la sobreviniente analepsis, hice una reflexión que les quiero compartir. El punto de partida y nuestro principio de realidad es que nos queda un año más en donde pueden pasar muchas cosas y que, visto lo visto, seguirán corriendo los ríos de sangre inocente, porque estamos en un Estado Fallido, -como lo he sostenido, - y que pide a gritos la declaratoria del Estado de Cosas Inconstitucional. El punto de llegando, como decimos en filosofía, es que debemos sacudirnos, limpiarnos la pólvora maldita de la piel, secarnos las lágrimas y seguir adelante. Nuestra voz debe alzarse con más fuerza y pronunciarse con determinación y denuedo.
Le dieron en el corazón a nuestra querida Cali. Y como sabemos, pudo ser peor; si no actuamos, así será. El despropósito y malnacido concepto de la paz total hoy da cuenta de 6 víctimas fatales que pueden aumentar, habida cuenta de la gran cantidad de heridos de gravedad, que luchan por existir en los centros de asistencia médica en la capital vallecaucana.
A su turno, Antioquia ve morir a 13 uniformados el mismo día en Amalfi, y una de las cosas más aberrantes: estaba cantado por el gobernador, líderes sociales y la Junta de Acción Comunal. No obstante, la omisión del gobierno los dejó a su suerte para sumar más muertos con la bandera en el pecho, de la debilitada fuerza nacional. Esto es inaceptable e indefectiblemente lleva a pensar si esto es falta de previsión (aunque ya lo sabían), es carencia de recursos técnicos, es ausencia de conciencia, es negligencia, o es incluso, una omisión premeditada que se cierne como una desgraciada complicidad. O lo que es peor: todas las anteriores.
Un año más de sangre que debemos soportar de la mano de Dios, pero con acciones que den resultados. Y en este punto, me refiero a resultados electorales que den cuenta del triunfo legítimo de un candidato que sí sienta amor por este manoseado y agonizante país. Imaginemos por un momento la continuidad de esta desdicha colombiana. Pregunta: ¿será que un futuro en manos de Roy, de Cepeda, de María José, de Gustavo o Carolina, va a cambiar?
En un año más de sangre, incluso puede intervenir la ayuda internacional y Petro, en defensa de su propósito dictatorial, ensangrentarnos más. Nos pueden matar a los que escribimos como parte de un plan de exterminio para callar más voces que reclamamos legítimamente, algunos pueden claudicar, y hasta podrían dar de baja al sátrapa. En síntesis, lo que casi puedo asegurar, es que los ríos de sangre se convertirán en océanos de dolor y desesperación si no reaccionamos.
Debemos adoptar medidas y estrategias políticas urgentes. Me allano y celebro la propuesta del Dr. David Luna para que se integre su llamada “Mesa de Unidad”, por quienes todavía sienten dolor de patria y tienen compromiso irrestricto y genuino con Colombia. Lo necesitamos. Despojémonos de las vanidades y frivolidades figurativas tan propias de la política tradicional y saquemos este país a flote con un candidato inteligente, estructurado, aguerrido, carismático, honesto, sano, que honre a sus FFMM y de policía y muy bien rodeado; características todas, de las cuales adolece el dictadorzuelo con ínfulas imperiales.
Sigamos con más vehemencia y patriotismo estoico y a una sola voz, así sea brillando con el alma rota, cantemos nuestro himno el próximo 7 de agosto y con orgullo patrio, honremos los colores de nuestro pabellón nacional y recuperemos los valores y derechos arrebatados a este pueblo muisca, que lleva sufriendo más de dos centurias.
Abrazo cálido, seguimos trabajando y aguantando.