El Grupo de Ataque del portaaviones USS Gerald R. Ford (CVN 78) ya navega en el mar Caribe, donde inició operaciones bajo el mando del Comando Sur de Estados Unidos (SOUTHCOM). La entrada del gigantesco navío se produce después de que el secretario de Guerra, Pete Hegseth, emitiera la orden de desplegar la flota para reforzar la directriz presidencial orientada a desmantelar organizaciones criminales transnacionales y fortalecer la estrategia contra el narcoterrorismo que amenaza la seguridad del territorio estadounidense.
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Orden directa del Gobierno estadounidense
La confirmación fue emitida por la fuerza pública estadounidense, que reiteró que el despliegue responde expresamente a la instrucción de Hegseth de respaldar el mandato del presidente Donald Trump. Según la comunicación oficial, la misión busca “combatir el narcoterrorismo en defensa del territorio de EE. UU.”, un mensaje que llega en medio de una creciente expectativa por las acciones que podría ordenar la Casa Blanca en los próximos días.
El portaaviones más poderoso del planeta
El protagonista de este movimiento es el USS Gerald R. Ford, considerado el buque de guerra más grande construido hasta hoy. De acuerdo con la Marina de Estados Unidos, esta embarcación es “la plataforma de combate más capaz, adaptable y letal del mundo”, gracias a su tecnología de nueva generación, su poder de despliegue aéreo y su capacidad para operar durante largos periodos en escenarios de alta tensión.
Su presencia en el Caribe marca un incremento estratégico en las maniobras estadounidenses, no solo por la magnitud del portaaviones, sino por el peso político y militar que representa su activación en una zona altamente vigilada por Washington.
Operación ‘Lanza del Sur’: una fase más agresiva
La llegada del USS Gerald R. Ford se integra a una nueva etapa de la operación denominada “Lanza del Sur”, cuyo objetivo central es reforzar la presión contra redes criminales que operan en el hemisferio. Fuentes militares señalan que esta fase implica un aumento de capacidades navales, aéreas y logísticas en aguas internacionales.
El movimiento también coincide con un clima de incertidumbre, pues el propio Trump ha insinuado en declaraciones recientes que “podría iniciar ataques por tierra” si las circunstancias lo ameritan. Esto ha generado preocupación regional, ya que cualquier acción adicional podría escalar las tensiones geopolíticas en el Caribe y América Latina.
