
Murió el Nobel, pero su advertencia está más viva que nunca.
Este 13 de abril de 2025 murió Mario Vargas Llosa. No fue solo uno de los grandes novelistas del siglo XX y XXI. Fue también una conciencia incómoda para nuestra época. En su ensayo “La civilización del espectáculo”, publicado en 2012, lanzó una advertencia que hoy, con su partida, resuena más fuerte:
“La cultura se ha convertido en un entretenimiento y los entretenedores han reemplazado a los intelectuales.”
Vargas Llosa denunció cómo el pensamiento se volvió mercancía, la belleza un producto de consumo y el arte una excusa para figurar. Señaló sin eufemismos que lo importante ya no es lo verdadero, sino lo viral, y que en esa cultura degradada todo vale con tal de divertir.
“En la civilización del espectáculo, el escándalo se ha convertido en el mejor atajo hacia la notoriedad.”
¿Y acaso no vivimos hoy en ese mundo que describió? Un mundo donde el show reemplaza al argumento, el tweet al libro, el influencer al maestro, el titular al análisis.
Mientras se multiplican los homenajes por su muerte, conviene leerlo, no solo para recordar su literatura, sino para asumir el espejo que nos dejó: una crítica feroz a esta cultura complaciente, ligera y adicta al ruido.
“La banalización de la cultura ha llegado tan lejos que ya no escandaliza.”
Despedimos al escritor, pero no podemos ignorar al pensador. Aquel que no buscaba halagos, sino sacudirnos. Aquel que, con su último suspiro intelectual, nos dejó una pregunta pendiente:
¿De qué sirve la cultura si ya nadie quiere incomodarse?