
Un tribunal federal en Florida, Estados Unidos, condenó a cadena perpetua al ciudadano estadounidense Stefan Correa, acusado de haber abusado sexualmente de al menos 25 niños, niñas y adolescentes en Colombia. La sentencia se produce tras una extensa investigación que reveló un patrón de explotación infantil durante repetidos viajes del implicado al país.
Correa, de nacionalidad estadounidense, fue arrestado el 19 de abril de 2024 en el Aeropuerto Internacional de Miami, justo antes de abordar un vuelo con destino a Bogotá y escala final en Medellín. En su equipaje, las autoridades hallaron nueve teléfonos móviles que contenían cerca de 50 videos con material explícito de abuso infantil. Además, se encontraron conversaciones en las que ofrecía dinero en efectivo —alrededor de 300.000 pesos colombianos— e incluso dispositivos como iPhones, a cambio de encuentros sexuales con menores de entre 11 y 12 años.
El Departamento de Justicia de EE. UU. confirmó que Correa había viajado al menos en 45 ocasiones a Colombia, utilizando estos desplazamientos para cometer los delitos. La gravedad del caso despertó una fuerte reacción en Colombia, donde el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, pidió una sanción ejemplar, calificando el caso como una muestra brutal de abuso sistemático contra la niñez.
Un crimen transnacional
Este caso ha generado preocupación tanto en Colombia como en Estados Unidos por el impacto del turismo sexual infantil y la facilidad con la que redes de explotación cruzan fronteras. La justicia estadounidense aplicó la legislación extraterritorial que permite juzgar a ciudadanos por delitos sexuales cometidos en otros países, especialmente cuando involucran a menores de edad.
La condena de cadena perpetua representa un fuerte precedente judicial en este tipo de crímenes, y refuerza los llamados a fortalecer la cooperación internacional para combatir la explotación sexual de menores.