El presidente de Colombia, Gustavo Petro, recibió una de las críticas internacionales más severas de su mandato tras la publicación de un artículo en la revista británica The Economist, bajo el título “El terrible presidente de Colombia se desespera”. La nota analiza el rumbo político del gobierno y advierte sobre el estancamiento de su agenda de reformas, la pérdida de apoyos clave y el impacto de su estilo de liderazgo en la capacidad de gobernabilidad.
Según The Economist, el mandatario llegó al poder con una propuesta ambiciosa que incluía la transformación de los sistemas de salud, pensiones, legislación laboral y el impulso de una transición energética que redujera la dependencia de los combustibles fósiles. Asimismo, prometió una política de “paz total” con los grupos armados ilegales como parte de una estrategia para cerrar los ciclos de violencia prolongados en el país. Sin embargo, el artículo sostiene que esos compromisos se han topado con obstáculos tanto en el Congreso como en los tribunales, y que el gobierno ha perdido capacidad para negociar con otras fuerzas políticas.
Lea también: "Colombia enfrenta un déficit crítico de gas y aún no hay reglas claras”, María Inés Agudelo
El medio británico también señala que el presidente Petro ha adoptado un “estilo pugilístico” en su forma de ejercer el poder, caracterizado por un discurso de confrontación y una constante crítica al establecimiento institucional. En ese sentido, plantea que el Ejecutivo ha dificultado la consolidación de alianzas y ha generado fricciones incluso con sectores que inicialmente lo respaldaban, lo cual ha incidido en que muchas de sus iniciativas sean modificadas, rechazadas o demoradas en el trámite legislativo.
La publicación surge en un contexto complejo para el país, marcado por la fragmentación política y una baja aprobación presidencial. Según encuestas recientes, el respaldo ciudadano a la gestión de Petro ha disminuido, en medio de cuestionamientos por la falta de avances concretos en las reformas estructurales. A ello se suman tensiones con algunos sectores del Congreso, decisiones de la Corte Constitucional que han tumbado partes de su agenda normativa, y una reconfiguración del mapa político tras las elecciones regionales de 2023, que dejaron al oficialismo sin el control de las principales alcaldías y gobernaciones del país.
Desde el inicio de su gobierno en agosto de 2022, el presidente Petro ha insistido en la necesidad de transformar el modelo económico y social del país, haciendo énfasis en la justicia ambiental, la redistribución de la riqueza y el cambio de enfoque en materia de seguridad. No obstante, la implementación de esas ideas se ha enfrentado a resistencias institucionales, a la dificultad de consolidar mayorías parlamentarias y a cuestionamientos sobre la viabilidad técnica y financiera de las propuestas. A esto se suma una coyuntura internacional que ha reducido los márgenes fiscales y un clima de polarización que ha marcado el debate público.
Además: Estas son las nuevas pistas clave del atentado contra Miguel Uribe
La crítica de The Economist ha generado distintas reacciones en Colombia. Voceros de la oposición compartieron el artículo como un reflejo de lo que consideran una pérdida de rumbo del gobierno, mientras que sectores afines al Pacto Histórico han desestimado el texto, señalando que corresponde a una visión externa que no comprende la complejidad social del país ni los desafíos estructurales que enfrenta la administración actual. Hasta el momento, el presidente no ha respondido oficialmente a la publicación, aunque ha hecho alusiones indirectas en sus redes sociales a lo que ha denominado “campañas de desinformación promovidas por intereses internacionales”.
The Economist, fundado en 1843, es uno de los medios más influyentes en análisis económico y político global. Aunque su línea editorial ha sido históricamente crítica de proyectos progresistas en América Latina, sus opiniones suelen tener eco en círculos diplomáticos, empresariales e institucionales. La publicación sobre Colombia se enmarca en un seguimiento continuo a gobiernos de la región, y podría incidir en la percepción del país en entornos de inversión y cooperación internacional.
La nota añade un nuevo elemento al escenario político colombiano, justo cuando el gobierno entra en la segunda mitad de su mandato y se prepara para intentar retomar el impulso reformista. La crítica internacional, más allá del debate ideológico, se convierte así en una pieza clave para observar el posicionamiento de la administración Petro en el contexto global y su capacidad de responder a los desafíos internos con estrategias eficaces y alianzas sostenibles.
