Heidy Sánchez Barreto

Abogada de la Universidad Libre, especialista en derecho ambiental y cursa maestría en derecho constitucional de la Universidad Externado de Colombia. Se reconoce como una mujer feminista y antimilitarista, que representa desde el Concejo de Bogotá a las nuevas generaciones de la Unión Patriótica, partido del cual es su presidenta a nivel distrital.

Heidy Sánchez Barreto

Consejos Locales Juventud: el verdadero análisis sobre la unidad

El pasado 19 de octubre se realizaron las elecciones a los Consejos Locales de Juventud (CLJ), instancias fundamentales de participación política, social y de interlocución de las juventudes en todo el país. Estas elecciones se encuentran reguladas por el Subsistema de Participación de Juventudes, establecido en el Estatuto de Ciudadanía Juvenil (Ley 1622 de 2013, modificada por la Ley 1885 de 2018).

De acuerdo con dicha normativa, los Consejos de Juventud son “mecanismos autónomos de participación, concertación, vigilancia y control de la gestión pública, así como de interlocución de las y los jóvenes frente a las agendas territoriales de juventud ante la institucionalidad pública de cada ente territorial”. A través de estos espacios, las juventudes buscan canalizar acuerdos, formular propuestas y promover alternativas de solución a las problemáticas de sus territorios, fortaleciendo sus potencialidades y capacidades colectivas para el desarrollo social, político y cultural a nivel local y nacional.

La composición de los Consejos responde a un esquema plural y representativo: un 30% de los escaños corresponde a Partidos Políticos, un 30% a Prácticas Organizativas de Juventud y un 40% a Jóvenes Independientes. Los consejeros y consejeras son elegidos por jóvenes entre los 14 y 28 años, para un periodo de cuatro años, lo que garantiza la renovación periódica de la representación juvenil en los territorios.

En esta jornada electoral, el panorama en Bogotá deja importantes elementos para el análisis. El potencial de votantes en la ciudad fue de 1.728.112 jóvenes; sin embargo, los reportes de la Registraduría Nacional confirman una preocupante tendencia presente en varios procesos de elección popular: el alto abstencionismo. En la capital, solo 102.861 jóvenes ejercieron su derecho al voto, lo que representa apenas el 5,95% del censo electoral, ubicando a Bogotá como la ciudad del país con menor participación juvenil en estos comicios.

Este resultado evidencia una profunda crisis de participación juvenil, que no puede explicarse únicamente por el desinterés o la apatía de las y los jóvenes. Detrás de estas cifras se encuentran altos niveles de desconocimiento sobre los Consejos Locales de Juventud, trabas institucionales que dificultan el acceso a la información y a los procesos electorales, así como una insuficiente promoción estatal de la participación juvenil como un derecho político fundamental.

Ahora bien, la otra arista de estas elecciones son, sin duda, los resultados. Aunque es cierto que en la mayoría de las localidades el Centro Democrático y el Partido Mira obtuvieron las curules destinadas a los partidos políticos, la realidad es que los comicios no pueden reducirse a esa lectura simplista. La composición plural de los Consejos y la diversidad de expresiones juveniles que participaron ameritan un análisis más profundo.

En ese sentido, aunque los medios tradicionales y los sectores de derecha han intentado posicionar la idea de que las expresiones de izquierda fueron derrotadas por completo en Bogotá, esa afirmación está lejos de la realidad. La ausencia de análisis rigurosos sobre los resultados electorales y la intención deliberada de confundir a la opinión pública siguen marcando el tono de los mensajes que se difunden en nuestra sociedad.

En primer lugar, es importante señalar que el Pacto Histórico no participó de manera unificada en estas elecciones. Cada una de las fuerzas que lo integran —la Colombia Humana, el Polo Democrático Alternativo, la Unión Patriótica y otras colectividades— presentó sus propias listas. Aun así, en conjunto, estas expresiones políticas alcanzaron más de 18.000 votos en Bogotá, una cifra significativa que desmiente el relato de una supuesta “derrota total”.

 

En segundo lugar, estos seudoanálisis olvidan que el Pacto Histórico no está compuesto únicamente por expresiones partidarias. Las listas de prácticas organizativas, que en todas las localidades lograron obtener escaños, también hacen parte del proyecto político del Pacto y comparten una visión de ciudad y de país orientada hacia una transformación democrática y popular.

 

Por ello, el verdadero balance que debemos realizar no es el de los resultados aislados, sino el de la necesidad de unidad entre las expresiones juveniles de izquierda, especialmente aquellas que hacen parte del Pacto Histórico. La ausencia de listas conjuntas nos impidió consolidar una fuerza mayoritaria en la ciudad; sin embargo, los resultados muestran que cuando actuamos en unidad, la juventud bogotana responde con fuerza, esperanza y compromiso por el cambio. Un ejemplo claro de esto se dio en la localidad de Rafael Uribe Uribe donde la lista del Pacto Juvenil fue la más votada, obteniendo 1.090 votos, equivalentes al 23,59% de la votación total en esa zona. 

En conclusión, aunque han pasado pocos días desde las elecciones, los primeros análisis no pueden ser tan vacíos ni superficiales como los que han intentado imponer los sectores tradicionales. Es indispensable mirar con mayor profundidad los datos, reconocer la diversidad de las expresiones juveniles que participaron y comprender que el verdadero desafío no está únicamente en los resultados, sino en la construcción de una unidad política sólida y sostenida entre las juventudes de izquierda.

En este sentido, es fundamental que las organizaciones juveniles se encuentren, realicen un balance riguroso de lo ocurrido y proyecten el accionar del Pacto Histórico Juvenil frente a los retos que enfrentaremos en 2026. Dichos desafíos no son únicamente de carácter electoral, pues nuestra concepción de unidad va mucho más allá: se trata de construir un proyecto de país que no se alcanza solo ganando elecciones, aunque en el contexto actual de nuestro país ellas sean necesaria para hacerlo posible.

Solo así podremos convertir la participación en una herramienta real de transformación para Bogotá y para el país. La unidad juvenil es y seguirá siendo esencial para consolidar el proyecto del cambio. Así lo demostraron el estallido social y las elecciones de 2022, cuando la fuerza colectiva de la juventud abrió caminos de esperanza, dignidad y transformación para el pueblo colombiano.

 

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Heidy Sánchez Barreto
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