Carlos Salas

Arquitecto de la Universidad de los Andes. Estudio Arte en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París.

Carlos Salas

Y no será bonito

Se veía venir, ¿cómo no? Tanta toreadora hasta que se vino la embestida. Ésa es la primera y rápida interpretación de los hechos recientes. Con Trump, las cosas se resumen en unas pocas palabras escritas en su red social anunciando acciones; eso basta y sobra para poner a temblar a tanto malandrín que pulula por el mundo entero —para desgracia, especialmente, de los de por acá— cuando se ha tolerado e incluso promovido el maldito negocio de la coca por parte de los gobiernos, de la justicia, de los militares y de la sociedad en general.

Nadie, hasta Trump, se había atrevido a enfrentar semejante monstruo de mil cabezas de una manera decidida, cambiando toda la estrategia desgastante de una lucha contra las drogas tan mal enfocada que pareciera intencional, con tan pobres resultados reflejados con claridad en las cifras; y cuando la contraparte se ha visto favorecida con utilidades multimillonarias y un crecimiento de la oferta exorbitante, llegando a cerca de cuatro mil toneladas métricas de un polvo blanco que se ha convertido en un arma letal tan peligrosa como los misiles.

Imaginen un bloque compacto de 15 × 15 × 15 m de cocaína de alta pureza que luego será rebajada, aumentando su volumen; la que desde niños hasta viejos van a aspirar por la nariz, a inyectarse o a mezclar con fentanilo, o con cualquier basura, convirtiéndola en crack o bazuco para gloria de toda clase de criminales: desde los de cuello blanco —banqueros y empresarios que se prestan al lavado—, contrabandistas, políticos, jueces, hasta el jíbaro en una olla, pasando por los que la transportan en sofisticadas lanchas, aviones, drones, submarinos y la pobre mula que se la introduce en su cuerpo, arriesgando su vida y su libertad por unos cuantos miles de dólares. Y quienes la consumen no arriesgan menos sus vidas —ya sea porque la destruye junto con la de sus familias, o porque terminan robando, asaltando, golpeando o asesinando a otros para poder comprar el diabólico producto.

Ya en México se ha venido descubriendo el entramado entre la política y los cárteles, en el que distintos presidentes fueron facilitadores y cómplices, desde luego, sin importarles el daño tan grande a su pueblo y a su vecino del norte. Por acá las cosas no han sido tan diferentes. Con Petro se ha llegado al paroxismo total, en el que nada importa, ni siquiera las apariencias. Si echamos una mirada atrás, podemos ver que en el tiempo en que coincidieron la presidencia de Trump con la de Duque, los reproches fueron constantes por los pésimos resultados y el dramático crecimiento de la producción de cocaína. Con su bailadito de perro, el señor Duque fue dilatando la cosa hasta terminar su mandato salvándose por un pelo y dejándole a Petro un negocio fortalecido con la consolidación del narcotráfico dentro de la estructura global del crimen transnacional. Con Santos, ni hablar: tan cómplice como Petro con el narcoterrorismo, pero con premio Nobel, para vergüenza de los noruegos.

En este segundo mandato, Trump ha cambiado la estrategia. No está pidiendo que se fumiguen los cultivos de coca ni que se hagan más decomisos. Sabe muy bien que eso solo sirve de tapadera para que crezca y aumente la llegada de drogas a los Estados Unidos. La única forma es el ataque frontal a la criminalidad y el cierre del flujo de dinero, como lo está haciendo con el cartel criminal de Maduro y que seguirá con sus cómplices de la región. ¿Por qué no lo entendió nadie en el pasado? Porque se requería de una voluntad política que hiciera posible lo que parecía imposible: atacar de raíz una aberración instalada en el mundo de una manera tan perversa que llegó a verse como algo natural que la criminalidad fuese avalada en nombre de la libertad y de los derechos humanos.

Con el cuentico de la libre determinación del individuo se promueve el consumo de sustancias que carcomen al ser humano como individuo y causan daños inmensos a la sociedad, que se ve arrinconada por el crimen en todos sus niveles: atracos, robos, corrupción, asesinatos, secuestros, etc. La ilegalidad como determinante del comportamiento y la legalidad despreciada hasta el límite de escucharle a un mandatario de un país democrático decir que es tan solo quitar la “i” para que la ilegalidad se vuelva legalidad.

Petro quedó notificado. Así se traduce lo dicho por Trump:

—“Petro, un líder mal calificado y muy impopular, con una boca fresca hacia Estados Unidos, más vale que cierre inmediatamente estos campos de exterminio, o Estados Unidos los cerrará por él, y no será bonito.”

No será nada bonito cuando comiencen a caer los misiles sobre los laboratorios, los campamentos de narcoterroristas, las bodegas donde deben estar represadas toneladas y toneladas de cocaína que no han podido salir. No será nada bonito cuando se den órdenes de extradición al mequetrefe y a unos cuantos de sus socios. No será nada bonito cuando se les frenen los ingresos multimillonarios con los que financian 25.000 bandidos en las filas de los grupos criminales. Y no será nada bonito para los colombianos cuando sintamos los efectos de los aranceles, lo cual será poca cosa si nuestro territorio se convierte en un campo de batalla.

La única opción es que Petro cierre “inmediatamente estos campos de exterminio”.

Creado Por
Carlos Salas
Más KienyKe
Melissa Gate sorprendió a sus seguidores al mostrarles cómo quedó después de hacerse esta cirugía estética.
ProColombia sigue exaltando al país y ahora lo hace compitiendo como la Mejor Oficina de Turismo del Mundo en los World Travel Awards 2025.
La Casa Blanca aclaró que, por ahora, no hay planes de aumentar los aranceles a Colombia, pese a las recientes tensiones diplomáticas con el gobierno de Donald Trump.
El exsenador y exembajador de Colombia en el Reino Unido, confirma su candidatura presidencial para 2026.
Kien Opina