
Hoy, lunes 22 de julio de 2025, el planeta está protagonizando un fenómeno tan fascinante como imperceptible para la mayoría de nosotros. Según las proyecciones de distintos observatorios internacionales, incluida la información recopilada por el Servicio Internacional de Rotación de la Tierra (IERS, por sus siglas en inglés), este será uno de los días más cortos de la historia moderna. Los relojes atómicos (instrumentos capaces de medir con una exactitud de milésimas de segundo), indican que la jornada se reducirá aproximadamente 1,5 milisegundos respecto al estándar de 24 horas que marcan los días solares.
Aunque esta diferencia puede parecer insignificante, el registro supone un nuevo hito científico y plantea preguntas de gran interés para la comunidad investigadora. El récord anterior se había alcanzado apenas un año atrás, lo que abre la puerta a teorías sobre si estamos entrando en una fase de aceleración sostenida o si se trata de variaciones puntuales vinculadas a factores climáticos y geológicos.
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¿Qué está causando este acortamiento del día?
Los expertos señalan tres grandes grupos de causas:
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La posición de la Luna. Durante los meses de verano, el satélite natural de la Tierra se sitúa en trayectorias que lo acercan más a los polos. Este cambio influye en el momento angular del sistema Tierra‑Luna y puede modificar, aunque mínimamente, la velocidad de rotación del planeta.
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Cambios internos en la Tierra. Procesos dinámicos como los movimientos del núcleo, terremotos que redistribuyen la masa de la corteza o el progresivo derretimiento de glaciares pueden alterar el equilibrio interno y contribuir a ligeras variaciones en la duración del día.
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Patrones atmosféricos y oceánicos. Fenómenos como El Niño, variaciones en las corrientes marinas y alteraciones en la circulación de los vientos también ejercen un efecto, sumándose al complejo conjunto de factores que gobiernan la rotación terrestre.
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¿Cómo nos afecta a nosotros?
Para el ciudadano de a pie, no hay motivo de preocupación. Nadie notará estos 1,5 milisegundos de menos al mirar el reloj o planificar su rutina diaria. Sin embargo, en ámbitos donde la sincronización extrema es crítica —como los sistemas GPS, las telecomunicaciones globales y la gestión de redes eléctricas—, incluso una fracción de milisegundo puede marcar diferencias. Por ello, el IERS evalúa por primera vez la posibilidad de introducir un “segundo intercalar negativo”, una corrección inédita en la historia que permitiría ajustar los relojes oficiales a la nueva velocidad de la Tierra.
¿Estamos ante un riesgo?
Los científicos insisten: no hay peligro alguno. La Tierra siempre ha mostrado ligeras oscilaciones en su rotación debido a causas naturales. Lo realmente interesante es que la frecuencia de estos récords recientes sugiere que podríamos estar ante un periodo especialmente activo desde el punto de vista geológico o climático.