
El reloj corre y Colombia lo sabe. Así lo dejó claro el cierre del 27º Congreso Andesco 2025, un encuentro que, más allá de las cifras y las ponencias, se convirtió en un grito colectivo por un país más justo, conectado y sostenible. Durante tres días, ministros, alcaldes, expertos, académicos y líderes comunitarios pusieron sobre la mesa una verdad ineludible: la transformación digital, energética y territorial no da espera. El desarrollo sostenible ya no es una meta idealista, sino una urgencia nacional.
El viceministro de Conectividad, Luis Eduardo Aguiar, llegó al Congreso con cifras contundentes: 130.000 hogares conectados, 13.600 escuelas integradas a internet, 767 kilómetros de fibra óptica desplegados y una inversión de $2,8 billones ejecutada. Pero también reconoció la deuda pendiente: el Pacífico, la Amazonía y La Guajira siguen siendo territorios desconectados, donde la tecnología aún es una promesa lejana.
El objetivo del Gobierno es ambicioso: instalar más de 12.000 juntas de internet, crear un Centro de Monitoreo de Comunicaciones y fortalecer la cooperación con la Unión Europea para explorar tecnologías satelitales que permitan cerrar la brecha digital.
Sin embargo, voces críticas como la de Karoll Gómez, profesora de la Universidad Nacional, llamaron a la realidad. El acceso ha mejorado solo un 2,7 %, mientras la motivación y las habilidades digitales siguen estancadas. “No basta con conectar, hay que capacitar y garantizar justicia contributiva”, sentenció Gómez al pedir una reforma estructural del fondo TIC.
Energía: de la basura al biogás
El sector energético también alzó la mano con ideas concretas. Ramón Hemer, de la empresa Triple A, presentó un innovador modelo de aprovechamiento de gases en rellenos sanitarios para transformarlos en biogás. Una iniciativa que, además de alinearse con el Acuerdo de París, plantea una solución limpia para una crisis ambiental y energética que no da tregua.
Nicolás Uribe, experto en inteligencia artificial, añadió una mirada disruptiva al advertir que el 83 % de los trabajadores ya utiliza IA sin directrices claras. “La inteligencia artificial ha reducido el costo de la inteligencia a cero. Su límite, hoy, es nuestra imaginación”, dijo, dejando en el aire un mensaje tan poderoso como inquietante.
Agua: el recurso más urgente
El agua, ese derecho vital aún negado a millones de colombianos, fue otro de los grandes protagonistas. Nicolás Monteverde, de Aguas de Valencia International, subrayó la importancia de reducir las pérdidas de agua no facturada mediante tecnología y control. Viviana Vanegas, del Departamento Nacional de Planeación (DNP), reveló una cifra alarmante: el 37 % del país está en pobreza digital y casi el 20 % del presupuesto TIC de 2024 no se ejecutó. Su receta: una reingeniería del fondo y más incentivos fiscales para expandir el acceso.
Las regiones rompen el silencio
Uno de los momentos más impactantes del Congreso fue el panel “Diálogo desde las regiones”, donde alcaldes de ciudades intermedias y municipios alzaron su voz. Dumek Turbay (Cartagena) denunció la falta de respaldo del Gobierno: “No ha habido forma de sentirnos respaldados.” Johana Aranda (Ibagué) expuso que su ciudad lleva 30 años dependiendo de una sola fuente de agua. Y Luis Fernández (Ciénaga) expresó lo que muchos piensan: “Ya no vale la pena viajar a Bogotá. Cambian ministros y no pasa nada.”
La frase que quedó resonando como un eco doloroso fue clara y directa: “Estamos solos, pero saldremos adelante.”
El cierre del Congreso contó con un esperado debate entre siete precandidatos presidenciales, donde quedó claro que el futuro aún está en juego. Paloma Valencia pidió reglas claras para incentivar el ahorro. Enrique Peñalosa exigió mejor regulación en los sistemas de acueducto. Juan Daniel Oviedo puso el foco en el acceso al agua potable rural. Y Diego Lizcano resumió el sentimiento nacional en una frase tan cruda como certera: “O nos unimos, o nos jodemos.”
La entrega del Premio Andesco a la Sostenibilidad cerró el evento con un reconocimiento a empresas y organizaciones que demuestran que sí es posible hacer país con ética, tecnología y compromiso. Sin embargo, el balance final no deja espacio para el conformismo.
Colombia se miró al espejo en este Congreso y descubrió que el tiempo se agotó. No hay margen para la improvisación, ni para los discursos vacíos. Lo que está en juego es el acceso al agua, la energía limpia, la conectividad, la equidad y, en última instancia, la dignidad de millones.