A propósito de los torrentes refrescantes de futbol que se aprecian en estos días, en torneos internacionales. Con pasión activa en la caja de resonancia de la televisión. El de las habilidades de figuras consagradas, atajadas de porteros milagrosos y goles espectaculares que dan títulos y gloria.
El futbol delirante, que anestesia. Colosos del balón que bailan en el césped verde, en un encuentro de talento, fuerza, músculo, voluntad y habilidad.
Que se juega con la cabeza y los pies. El mismo que Jorge Luis Borges, galardonado escritor argentino, definió de manera injusta, como “el opio del pueblo”.
El juego hermoso, el placer infinito, la liturgia dominical que toca las fibras de la sensibilidad personal y colectiva, con caja de resonancia en la radio, en la prensa tradicional, en el mundo virtual y en la televisión.
El futbol como estado de ánimo. El desahogo social, con gritos de gol que se celebran por ricos y pobres, por cuerdos y desadaptados.
Con victorias que unen regiones, explosivo e inspirador.
Con goleadas que sellan un triunfo, que excitan las tribunas y rompen la cabeza de los entrenadores, empeñados en no perder o en no dejar jugar. Aquellos obsesivos en defender su portería, para evitar un gol, esperanzados en un momento milagroso, via contragolpe, que los lleve a ganar.
Los llaman tacticistas, como a algunos periodistas, que se deleitan manoseando el juego desde mecánicas y movimientos con datos que le quitan la belleza de la espontaneidad.
“La religión dominical” que llamó García Márquez, por su entorno espectacular.
Por las discusiones permanentes, las polémicas encendidas, en un festival de neófitos y sabihondos, que predican, como única, su verdad.
El futbol que enloquece a los locutores con sus relatos sostenidos y exprime a los comentaristas desbordados en palabras rebuscadas.
El futbol que a tantos nos gusta. El de las modernas narrativas. El del arte de lo imprevisto, de los resultados impredecibles, el de los partidos definidos por goleadas. El que entiende que su máxima expresión está en el gol.
El futbol de las nuevas generaciones de aficionados, que tantas veces “ganan aunque pierdan”, con elevadas temperaturas emocionales, con discusiones más reales y genuinas, en muchas ocasiones, que las de los entrenadores y los expertos que se regodean explicando lo ya explicado, desde sus micrófonos condicionados.
Mi futbol, tu futbol, el futbol que nos gusta.
P.D. Pronta recuperación para Pacho Maturana tras su operación de columna vertebral. Y oraciones y bendiciones para “Sachi” Escobar, afectado por una enfermedad traicionera. ¡Dios los cuide!*