
El 8 de diciembre de 1980 quedó marcado en la historia como uno de los días más oscuros para la música: John Lennon fue asesinado frente al edificio Dakota, en Nueva York, por Mark David Chapman, un joven de 25 años que, horas antes, le había pedido un autógrafo.
Ahora, casi medio siglo después y desde una celda en la prisión Green Haven, en el condado de Dutchess (Nueva York), Chapman ha vuelto a hablar sobre sus motivos. Durante una audiencia reciente para solicitar libertad condicional —la cual le fue negada por enésima vez—, el ahora septuagenario ofreció una confesión cruda y sin rodeos:
“Quería ser alguien”, declaró Chapman. “Para ser famoso, para ser algo que no era”.
Según documentos obtenidos por The New York Post, Chapman, de 70 años, reconoció que el crimen fue un acto "completamente egoísta", motivado exclusivamente por el deseo de alcanzar notoriedad.
“Había caído tan bajo… que vi el asesinato como un medio para alcanzar la fama. Y entonces me di cuenta: oye, hay una meta aquí. No tengo que morir y puedo ser alguien”, expresó durante la audiencia.
La noche del crimen
La noche en que Lennon fue asesinado, Chapman lo esperó en la entrada del edificio Dakota. Después de pedirle un autógrafo más temprano, regresó al anochecer y le disparó cinco veces con un revólver calibre .38. Lennon alcanzó a caminar unos pasos hacia el vestíbulo del edificio, donde pronunció sus últimas palabras: “Me dispararon”, antes de colapsar.
Chapman no huyó. Se quedó en el lugar leyendo un ejemplar de El guardián entre el centeno hasta que fue arrestado sin oponer resistencia.
Desde entonces, Chapman cumple una condena de cadena perpetua, con posibilidad de revisión periódica para libertad condicional. Ya ha sido rechazada doce veces, y en cada una de ellas, las autoridades han concluido que no muestra un remordimiento sincero ni empatía suficiente hacia sus víctimas.
Disculpas tardías
Durante esta última audiencia, Chapman se dirigió a la viuda de Lennon, Yoko Ono, y al público que aún llora la pérdida del músico:
“Este era un ser humano. No pensé en el sufrimiento que causaría. No pensé en eso en absoluto en el momento del crimen. No me importó”, confesó.
El asesino ha insistido en que hoy no busca fama y asegura llevar una vida tranquila en prisión, leyendo la Biblia, jugando voleibol y alejado de los focos:
“Pónganme debajo de la alfombra. No quiero ser famoso nunca más”.
Sin embargo, para la junta de libertad condicional, estas palabras no son suficientes. Según sus conclusiones, Chapman sigue sin mostrar un arrepentimiento profundo ni el nivel de humanidad requerido para considerar su liberación. Su próxima audiencia será en 2027.