La floricultura colombiana cerró 2025 como uno de los sectores más resilientes del país, pese a enfrentar un escenario de alta presión económica, comercial y geopolítica. La crisis diplomática con Estados Unidos, los aranceles a las flores, la revaluación persistente del peso y el aumento sostenido de los costos de producción pusieron a prueba a una actividad que destina más del 80 % de sus exportaciones a ese mercado.
A este contexto se sumaron las dificultades logísticas, la incertidumbre económica interna y un clima que, en varios momentos del año, jugó en contra de la productividad. Sin embargo, el sector logró responder con liderazgo gremial, una agenda clara de sostenibilidad y una estrategia de adaptación que permitió mantener su competitividad.
Resiliencia en un año de alta presión
Durante 2025, la floricultura colombiana se convirtió en un actor visible en la coyuntura nacional. Bajo el liderazgo de Asocolflores, el gremio promovió el diálogo técnico, la defensa del comercio internacional y la necesidad de recomponer de manera responsable las relaciones comerciales, especialmente con Estados Unidos.
Esta capacidad de respuesta también se reflejó en la operación productiva. A pesar de las condiciones adversas, los floricultores lograron sacar adelante las dos temporadas más importantes del sector, San Valentín y el Día de la Madre, manteniendo la calidad de las flores de exportación, negociando con la cadena de valor y absorbiendo parte de los impactos económicos. Incluso, en medio de la incertidumbre, se registraron indicadores de crecimiento.
Empleo formal, el mayor logro del año
Uno de los resultados más destacados del balance de 2025 fue la preservación del impacto social del sector. En un entorno complejo, la floricultura logró sostener los más de 240.000 empleos formales que genera, consolidándose como uno de los principales pilares del empleo rural en Colombia.
Este desempeño reafirmó el compromiso del sector como empleador y como actor clave en las comunidades donde desarrolla su actividad, en especial en zonas rurales donde el empleo formal es determinante para la estabilidad social y económica.
Proflora 2025, vitrina del liderazgo global
La resiliencia del sector también quedó reflejada en Proflora 2025, organizada por Asocolflores, que se consolidó como la edición más exitosa en la historia del evento. La feria reunió a más de 7.000 visitantes, 1.500 compradores nacionales e internacionales y 300 empresas de 60 países, además de 12 de las principales asociaciones florales del mundo.
Con cerca de 20.000 metros cuadrados de exhibición y un robusto Concurso Técnico de Variedades, Proflora ratificó a las Flores de Colombia como referente global, marcó tendencias para la temporada 2025–2026 y confirmó el posicionamiento internacional alcanzado durante el año.
Cultura, territorio y pequeños productores
A lo largo de 2025, Asocolflores fortaleció la cohesión social y el orgullo territorial mediante acciones culturales que conectaron la floricultura con el arte y las tradiciones locales. Entre ellas se destacaron la donación de más de 700.000 tallos en la Feria de las Flores de Medellín, intervenciones artísticas en Bogotá y homenajes al bici-floricultor en La Ceja, como símbolo de sostenibilidad e identidad regional.
El apoyo a pequeños productores también fue un eje central. A través de capacitaciones técnicas y espacios de promoción como el Show Floral en Cartagena, cerca de 150 compradores potenciales conocieron la oferta de productores de menor escala, impulsando su acceso a nuevos mercados y dinamizando las economías rurales.
Los retos que deja 2026
De cara a 2026, la floricultura colombiana se prepara para un año igualmente desafiante. La incertidumbre económica y geopolítica, el contexto electoral nacional y la evolución de las relaciones comerciales internacionales, especialmente con Estados Unidos, seguirán marcando el rumbo del sector.
A estos factores se suman los retos de la tasa de cambio, los costos de producción y los aranceles, así como la necesidad de recuperar la confianza para la inversión y garantizar condiciones de competitividad y sostenibilidad de largo plazo. Un escenario exigente, para un sector que en 2025 demostró su capacidad de resistencia y liderazgo
