
El consumo de marihuana durante la adolescencia puede generar efectos negativos en el desarrollo cerebral, según expertos en salud y estudios recientes en neurociencia. Los adolescentes son especialmente vulnerables, ya que el cerebro continúa madurando hasta los 25 años y está en una fase crítica de reorganización neuronal.
El principal componente psicoactivo de la marihuana, el tetrahidrocannabinol (THC), afecta el sistema endocannabinoide, responsable de regular funciones como la memoria, la coordinación, el estado de alerta y la gestión del estrés. “En adolescentes, el THC puede interferir con la formación de nuevas conexiones neuronales, afectando procesos cognitivos esenciales y la capacidad de toma de decisiones”, explica el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA).
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Investigaciones recientes también señalan que el uso frecuente de cannabis durante la adolescencia se relaciona con un adelgazamiento acelerado de la corteza prefrontal, una región clave para el control de impulsos, la planificación y la resolución de problemas. Este efecto se ha vinculado con un aumento de la impulsividad y dificultades académicas en jóvenes que consumen la sustancia.
Además, los adolescentes que consumen marihuana presentan un mayor riesgo de desarrollar trastornos de salud mental, incluyendo depresión, ansiedad y psicosis. Estudios señalan que quienes comienzan a consumir a edades tempranas tienen más probabilidades de experimentar síntomas psicóticos y, en algunos casos, desarrollar esquizofrenia.
El impacto académico también es significativo. El consumo de cannabis en la adolescencia se ha asociado con dificultades en la memoria, la atención y la capacidad de aprendizaje, lo que puede repercutir en el rendimiento escolar y en la continuidad educativa.
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Frente a este panorama, especialistas recomiendan fomentar la educación sobre los riesgos asociados al consumo de marihuana y generar entornos de apoyo que desincentiven el uso de sustancias psicoactivas entre los jóvenes. “Es fundamental que los adolescentes tengan información clara y acceso a programas preventivos que protejan su desarrollo cerebral y su salud mental”, concluyen los expertos.
Para más información, los padres y educadores pueden consultar fuentes como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA).